miércoles, 20 de noviembre de 2019

Pasa, Señor

No sea, Señor, tan sólo un día el que pases y conmigo te quedes.

Eres constante en tu peregrinar, caminas las praderas de la humana existencia, pero no te quedas en ellas, avanzas, por un instante te detienes, y en esta casa que te ofrezco su huésped te haces, tan sólo por un rato.

Detente Señor, sé que no has venido a quedarte para siempre, sólo has venido a buscarme; olvida el tiempo y su premura; ya eres eterno, que el cosmos y su infinito te sigan aguardando.

Hazte, Señor residente en mi existir, anima mi sentir, pues a ti estoy necesitando más más que a la vida misma en este mundo.

Quédate Señor, aquí tienes para ti un lugar y mi corazón está dispuesto recibirte; siéntate a la mesa de mi vivir, beberemos de la copa de mis sueños, donde atesoro mis anhelos y a ti, el más grande de ellos.

No pases tan aprisa, Señor, traspasa la puerta de mi alma que por ti aguarda, no se cerrará cuando hayas entrado, podrás marcharte, más no sin antes haber dejado impregnado de ti todo cuando soy.

Pasa Señor, y tu paso sea lento, camina sutil y sereno por los parajes más recónditos de mi historia, renueva mi memoria y anima a mi conciencia a romper todos los esquemas que me impiden dejar la tranquilidad de este hogar que ahora te recibe y hacerme de tu mano peregrino de la eternidad.
Amén

Yerko Reyes Benavides

No hay comentarios.: