Un Poema hecho oración.
Una Oración hecha poema.
¿Qué trae, Señor, el alba que la prefieres
al resto de las horas del día?
Te eximías del sueño y su descanso y en vigilia permanecías;
era la madrugada, el mejor momento de tu jornada
para atender sereno y sin tropiezos a lo que sin reposo en tu pecho ardía:
el amor que te llamaba sutil y nada te exigía,
mas que ser de su encanto el vigía
que aun, en la penumbra de la noche resplandecía
más que el sol de mediodía.
¿Qué tiene Señor el alba que de todos te alejabas
mas en soledad y en oscuridad no quedabas?
En la complicidad de la penumbra a ti te esperaba,
sólo por ti aguardando estaba
para ser en abundancia desbordada
en tu humanidad en nostalgia agostada.
Era en la madrugada que tu corazón con más fuerza latía,
un llamado se te hacía,
uno que no desatenderías,
y cuanto más difícil se hacía el día,
con más ansias aguardabas la hora del alba,
para en vigilia de un sueño no dormido
a sus brazos tus fuerzas renovaras,
y con valentía tu vida consagrada
en serenidad y alegría la entregaras.
Ahora Señor, es mi turno,
me he hecho asiduo visitante de tu hora del alba,
y aunque no es nuevo, ser espectador del despertar del día,
mis ojos no se quejan ante la ausencia del huésped nocturno,
más bien esta mirada se pierde en el destellar de la penumbra,
y mi alma ya reconciliada se abre al infinito
con la única intención de sentirse cada vez más en plenitud.
Ahí, justo ahí, cuando el alma se ha desvestido
de toda pretensión y vanidad,
apareces en la sencillez de tu majestuosidad;
y el corazón se sobresalta de sentirse en tu amor alcanzado,
por tu amor abarcado y en tu amor abrasado.
Ahora sé lo que trae la madrugada,
la que con instancia y anhelo Tú buscabas
mi Señor amado…
…ahora yo,
también te espero a la hora del Alba.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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