jueves, 31 de diciembre de 2020

Entrega

Cuánta vanidad de este existir que no se extiende, 
por mucho que lo intente, 
más allá del deseo de tu aliento; 
un suspiro de tu bondad me da la vida, 
vanagloria de fragilidad 
es pretender ser dueño y señor de mi destino. 

De orgullo y soberbia lleno mis días, 
abandono la humildad, 
de elevar mis ojos al cielo 
y agradecer el hálito divino 
que sustenta mi presencia en este mundo, 
en el que si no estás por un segundo 
se vuelve oscuro y sombrío 
sin propósito y vacío. 

Hazme Señor entrar en tu razón, 
dejar mi pretensión de querer tener el control; 
concédeme, mi bien Amado, 
abandonarme por completo, 
dejar la verdad que busco 
la vida que deseo 
y la libertad que anhelo 
por entero en tus manos. 

Que cada ciclo, etapa y momento 
de este vivir en deseo de un nuevo Cielo, 
sea sustentado por la gracia y la moción 
del Santo Espíritu que mora en mi corazón. 

Haz, Señor Eterno, que el tiempo, 
su presente y su pasado, 
el transcurrir de las horas y su congojo 
el futuro por venir y el transitar de mi paso, 
sea por entero a tu lado 
y ese sólo instante 
se vuelva perenne 
un siempre y por siempre. 
Amén

Yerko Reyes Benavides

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