Déjame Señor descansar en tu regazo, lugar de tu consuelo, donde no falta el sosiego que proviene de tu pecho y hace de mi presente entrar en la paz de tu divinidad.
Déjame posar en tu hombro, Jesús, mi pena y mi aflicción, el peso que llevo a cuestas, la espina que atraviesa mi espíritu y hace divagar mi corazón entre el desconsuelo y la desilusión.
Déjame abrazar tu consolación, donde son enjugadas las lágrimas derramadas y encuentra calma el pensamiento, agotado de transitar a tientas por la oscuridad que lo envuelve en sus sombras y sus miedos.
Déjame, Señor, llegar a tu descanso donde son tus brazos, los que reciben mi alma desgastada de en los desiertos de promesas incumplidas y de amores vulnerados.
Déjame llegar, Dios de bondad, al sitial donde la paz es tu gloria, la vida en lucha al fin se apacigua y la plenitud lo llena todo, halo que concedes por haber corrido sin desfallecer la carrera de la fe.
Déjame existir, Amado, en tu amor y la pena que esta vida mía enfrenta, no se robará en sus alforjas, la alegría de ser para ti cada día.
viernes, 18 de diciembre de 2020
Déjame
Amén
P. Yerko Reyes Benavides
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Lenguajeando el alma,
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Para Orar
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