domingo, 25 de agosto de 2019

El Día del Señor

Señor, Jesús, llegamos al día en que conmemoramos con alegría tu gloria, tu triunfo y tu victoria. Tuyo es el honor, desde siempre y para siempre, y nosotros postramos nuestra humanidad ante tu majestad. Encumbrado estás en el Reino, cuya puerta mantienes abierta para que nosotros entremos por ella y de tu divinidad seamos herederos. 
Este es el día en que al contemplarte vivo y presente en el Cielo y en la tierra, en el Sacramento de tu amor y también en nuestro corazón, se renueva en nosotros la Esperanza de un día, participar plenamente, de lo que ahora en gracia nos concedes. 
En este día no queda nadie relegado, se convoca a los marginados, se llama a los olvidados; todos tus amados son verdaderamente exaltados y sus nombres son escritos para siempre en el Libro de la Vida con la sangre y la punta de la lanza que hirió tu costado, porque tuya, Señor, es la Vida que la muerte no extinguió.  
Tu triunfo es nuestra alegría, lugar de nuestro consuelo, la fuerza que impulsa nuestra debilidad, puesto que un día contigo reinaremos y en el trono de gloria a tu lado nos sentaremos y nuestro nombre será por los ángeles con júbilo proclamado: los Bienaventurados. 
Renueva en este día de Pascua que no se agota en sus horas, la presencia sublime y generosa del Paráclito, hálito de Vida Divina que nos diste para mantener firme y decidido nuestro paso peregrino por el atrio de tu gloria y así realizando en todo la obra de tu Amor: tu triunfo sea nuestra victoria.
Amén

Yerko Reyes Benavides

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