Nunca nos dejaste.
Solos no nos quedamos,
antes de dar la vida por nosotros
el sacramento de tu Amor
nos entregaste.
En él, Tú, Cordero Inmaculado
la vida diste y permaneciste:
para que vida hubiera en nosotros
y fuera Vida abundante.
Gracias, Redentor nuestro
por tan grande Amor;
sabes darte
y entregarte
sin limite y más allá del tiempo.
En Vigilia estamos.
A las puertas de tu corazón quedamos
aguardándote, Señor,
llega a nosotros Resucitado.
Yerko Reyes Benavides
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