domingo, 7 de abril de 2019

Perdóname

"Perdóname, Señor, 
no soy digno de la bondad que me muestras"

Perdóname, Señor, no soy digno de la bondad que me muestras cada día. Ciego vivo al no darme cuenta que tu gracia y bendición me acompañan, desde el despertar del alba hasta su ocaso, cuando al cielo revistes de estrellas para iluminar mi paso peregrino en la noche. 
Perdóname, Señor, no doy con la grandeza a la que me llamas; tu gracia en mi alma desaprovecho y me quedo en la parte más baja de esta naturaleza que tú has elevado a condición tan alta, pues tú te has hecho de ella para que yo de ti todo lo tenga. 

Perdóname, Señor, en mi corazón cobijo buena intención, pero no siempre hago lo que de mi requieres. Sucumbo ante la tentación de pretender mantener la distancia entre mi mundo y tu cielo. Me alejo de ti, marco distancia, me atrapa este desierto y sus deseos; pierdo el Cielo que me ofreces, el Reino que me concedes. 

Perdóname, Señor, no soy lo que pretendes de mí. No soy, si quiera, lo que espero de mí. Me veo, y por momentos no reconozco mi ser y condición; me pierdo en mi propio existir: ¿Cómo esperas que yo en mí a ti te vea? 

Perdóname, Señor, me quedo pequeño ante la grandeza de tu compasión y ternura; las desaprovecho, y tú las concedes porque eres Bueno. Las das sin condición, no tienes restricción; abres tu corazón y en mi las viertes abundante. 

Perdóname, Señor, con frecuencia me excuso de sentarme a la mesa de tu existencia; invitación que me haces con tanta frecuencia. Me miro y pienso: “no soy merecedor de estar a tu lado” y tú en cambio, reservas un sitio para sentarte a mi lado. 

Perdóname, Señor, porque aunque digo que te quiero, lo que hago no se corresponde al amor que te confieso y tú, sin embargo, me sigues amando hasta el extremo.
Perdóname, Señor, he pecado.

Yerko Reyes Benavides

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