"Señor Jesús, me has dado un tiempo de gracia.
Se ha anunciado, se ha proclamado.
El tiempo de gracia de tu Corazón".
Señor Jesús, me has dado un tiempo de gracia.
Tiempo de perdón y de misericordia. Tiempo para hacer un reconocimiento humilde y sencillo de humanas debilidades: tiempo para que contrito mi corazón vuelva a ti arrepentido.
A veces, Jesús Mesías, no logro el cometido. No siempre, reviso en mi interior; vivo más afuera que dentro de mí. Lo externo me atrae y a me atrapa: me quedo tantas veces en lo aparente y lo efímero es mi deleite.
No veo, qué hay de malo, en aprovechar de este mundo sus bienes y bondades. Me engaño, he ahí mi pecado. Pretender servir a Dios y a la vez estar atento a las prerrogativas de este mundo y sus intereses.
Este deseo de quererte tan presente y tan cercano, es el que me anima a no bajar los brazos y estar siempre atento a tu paso. No te quiero a la distancia, ni mucho menos extraño o ajeno; sino íntimo y mío.
Por eso me miro, reviso, indago, no siempre se me hace sencillo darme cuenta de mis errores y el llamado que desaprovecho a vivir siempre en Libertad, Verdad y Bondad: camino de perfectibilidad de esta naturaleza mía que tú mismo me has dado; que tú has rescato, redimido y elevado.
Mi pecado: verme humillado y pisado; reconocer que a esta realidad la dejo que se imponga y a ella quedo sometido. Olvido Señor que ciudadano de Reino soy; que a este mundo no pertenezco, más de él he hecho un absoluto.
Mi mayor falta, es pretender tenerte y también perderte; estar sin quedarme. Recordarte y a la vez olvidarte; descubrirte y dejarte de lado; amarte y no seguirte.
Señor Jesús, amado y amigo, ayúdame a no desaprovechar las gracias de este tiempo de gracia que me acercan a ti, cuando de mis desgracias me alejo y con humildad dejo en el altar de tu compasión, mis penas y pecados.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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