miércoles, 24 de abril de 2019

A alguno aun no llega la Pascua

Hoy, también Ayer... Dios permita que Mañana no

De esto no se pone fotos: por respeto. Por eso, no sabía si compartirlo o no. Escribir sobre esto no es sencillo. No soy de aquellos a los que les gusta andar narrando tragedias para ganar indulgencias. Más bien soy, y quizá esté mal que lo diga, de los que ve las tragedias  y busca cómo resolver; cómo apoyar, cómo ayudar... 
...y después se verá... si se cuenta. Si, si se cuenta, porque es necesario contarlo... que de tanto pasar de largo se termina pensando que la única tragedia que importa es la que cada uno vive en lo privado y la termina entronizando como su "cruz" personal (demasiado título para lo que muchas veces es el resultado de las propias cobardías).
Hoy estaba en un lugar muy reconocido de la ciudad, y mientras caminaba distraído vi algo que me conmovió profundamente. 

No era nada fuera de lo común, más bien es de lo que se suele ver y pasa desapercibido. No hay necesidad de fijarse. ¿Para qué?...

Una familia de cuatro. Dos adultos y dos niños: la abuela, la mamá y un niña de unos 7 (que por su contextura parecía de menos) y un niño de unos 3 (quizá podría tener 5, no lo sé). Compartían sentados en una banca el almuerzo (era hora del medio día) Los niños de pie, revoloteaban entorno a un tóper (de esos envases con tapa para conservar caliente la comida). 

Nada fuera de lo común, al punto. ¿Qué hay de extraño en esa escena? Pues, nada. Todo podría seguir así. 

Soy por lo general distraído, pero muy observador cuando algo reclama mi atención. Ver el baile alegre de eso niños entorno a la comida que estaban recibiendo, llamó mi atención. Fue ahí cuando sentí un nudo en la garganta. 

Las lágrimas se juntaron en mis ojos. Llevaba mis lentes oscuros (menos mal) justo al pasar por el frente me doy cuenta de lo que tanta alegría causaba a aquellos niños: un arroz. Sólo eso. La comida era solo arroz, no había nada más. Nada de nada. Ni verduras, ni un plátano verde sancochado; ni una papa hervida. Nada. Un arroz blanco... Ni soñar que por ahí habría pasado un trozo mínimo de carne o pollo. Arroz blanco. Sólo eso. 

Seguí caminando, unos pasos más adelante volví la mirada, los niños seguían alegres; las dos mujeres adultas se animaban. La comida que había no era para ellas, solo alcanzaba para los dos pequeños...
...Ojalá fuera esto todo, pero no, lo que vi no termina ahí, todavía hay más, sólo que a simple vista nos se ve, hay que leer -ver- entre líneas...

Esta no es la excepción, tristemente, se va haciendo la regla. Mucho es que se tenga el arroz. 
A algunos -y no son pocos- la Pascua no ha llegado aun. Hay mucho quehacer para que Cristo resucite en todos los corazones. 

La Iglesia que hay que proteger es la iglesia que es cada persona; la que está en cada niño, anciano, adulto; en cada mujer u hombre; en los más pobres, marginados y muchas veces socialmente despreciados; es la iglesia que habita Dios, la de su corazón. 

No, hoy tampoco, como dijera la otrora canción: "basta sólo rezar". Hay que apurar la Pascua para tantos que esperan que Dios tenga "misericordia" y se "acuerde de ellos. 

Yerko Reyes Benavides

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