viernes, 1 de marzo de 2019

El Dolor no te Complace, Señor

Permíteme mi Señor amado, 
que cuando llegue el momento aciago del sufrimiento, 
lo enfrente con determinación y valor, 
tal como tú

Señor Jesucristo, fue la compasión lo que movió tu corazón a atender sin dilación las necesidades de quienes a ti te buscaban en su tribulación. 
Jesús Mesías, no pediste ni ofrendas, ni mucho menos holocaustos en tu honor. Te fijaste en la limosna de la viuda en el templo y en ella te complaciste, enseñándonos que la humildad es el voto mejor y no el dolor. 
Jesús a quien verdaderamente puedo llamar: Amigo; no te condesciendes en el sufrimiento, ni si quiera en tuyo, lo apuras cuando llega, lo evitas cuanto puedes, y más lo haces para los que llamas los tuyos: "que ninguno se pierda". 
Señor Jesús, desde el dolor, la humillación y la ignominia no se te rinde un culto mayor. Lo tuyo no es aniquilación de lo humano para en ello asegurar la exaltación de un Dios en su Trono. Tú te abajas. 
Tuyo Señor es la clemencia, la misericordia y el perdón. Elevar el ser humano a condición tan alta, que llevado a las alturas del cielo, se arraigue en tu divinidad, y configurado en ti, ame como tú amas: con ternura y compasión. 
Mi Jesús de Nazaret, no te eximiste de sufrir, fue tu decisión hacerte uno en todo igual a nosotros también en el dolor; enséñame, hoy a sobrellevarlo, tan propio de naturaleza humana, con determinación y valor, así como tú. 
Señor dame la inteligencia que necesito para evitar toda situación de humillación inútil, de indignidad innecesaria a tus ojos, que no busque sufrir pensando que con ello más te agrado. 
Permíteme mi Señor amado, que cuando llegue el momento aciago del sufrimiento, lo enfrente con determinación y valor, tal como tú; haga de él una ocasión de remisión y también una oportunidad de redención y salvación. 
Señor que abrace con fuerza la cruz cuando esta sobre mis hombros sea impuesta, que la lleve con decisión y arrojo, que si en ella morir me toca: así sea; y en tu gracia la deje para siempre erigida en el Gólgota de mis ofrendas.
Amén

Yerko Reyes Benavides

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