sábado, 23 de marzo de 2019

Pródigo

"Gracias, amado, por haberte perdido, 
puesto que estando perdido por este mundo 
te encontraste conmigo"

Señor Jesús, estoy sin estar contigo. Confieso ser persona de fe, pero pongo distancia; un abismo he cavado entre lo que digo ser y lo que hago. 
Me he alejo de Dios, y siento que ha sido la mejor decisión. Vivo a mis anchas, desterrado por propia voluntad de sus cuidados: proclamo con descaro emancipado soy. 
¿Qué es esa soberanía de la que orgulloso me he sentido? Disfrutar de los bienes de este mundo; comer y beber; riqueza y poder; sensualidad y placer. Todo eso lejos de la mirada escrutiñadora de un Dios que todo lo ve. 
De Dios me han dicho tantas cosas: desde chico me impusieron sus reglas, son muchas; inculcaron sus normas, aburren; por todos lados prohibiciones, en cada cosa pecados. Me enseñaron, Jesús, a no estar con Dios. 
Me hablaron de la “Misericordia divina” pero de trasfondo estaba en sus palabras que hay que ser miserable, detestable, pecador siempre para que se manifieste de forma admirable el Dios omnipotente. 
Señor, de algarrobas me he hartado estos años. Caigo en cuenta: volver a la casa del Padre quiero: tu Padre Jesús, no el mío. 
No, no me enseñaron a estar contigo, Señor, el gozo de tu presencia: a comer y beber contigo. No, Jesús amigo, no me hablaron de la abundancia de tu casa, sino de todas las privaciones. 
En tu mesa, Maestro, día a día se sirve el cordero, el cebado, el de la fiesta y regocijo. El que de gala viste al corazón, de alegría al espíritu. 
Si me hubieran dicho, desde un principio, que en ti no hay humillaciones, vejaciones y castigos; que no necesitas que haya pecado para amarme, tal vez no me hubiera ido. 
Señor Jesús, gracias por haber dejado el cálido cobijo de la casa del Padre. 
Gracias, amado, por haberte abajado, puesto que estando perdido por este mundo te encontraste conmigo: me hablaste al oído, tocaste mi corazón, y me mostraste a un Dios que no había conocido. 
Gracias amado Jesús porque al haberte hecho pródigo; me pusiste en dirección, de vuelta a donde no he dejado de pertenecer. Por ti encontré la calzada que me lleva al Amor del Padre, y ya voy en camino: no me sueltes de tu mano.
Amén

Yerko Reyes Benavides
@bereyerko       

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