domingo, 24 de marzo de 2019

Virgen María

"Virgen María, siempre dócil, siempre dispuesta, 
totalmente atenta y disponible a la gracia de Dios, 
en tu corazón de mujer guardabas 
los misterios que no alcazabas a entender"

Madre de Dios, Tú que siempre estás presente y tan cercana a nosotros no sólo en tus maternales cuidados, reina del cielo; sino que compartes en todo, la fragilidad humana que es nuestra común esencia: 
Hazte sentir constante en este caminar nuestro, que la fe mueve por la misma senda que tú recorriste.  
Madre del Mesías, no te engreías delante de ninguno, por tener el honor y privilegio, de Dios ser soporte, custodia y protectora; te hiciste además, discípula y servidora. Y por tu entrega incondicional, el Padre Dios te concedió ser Corredentora: 
Haz que con en tu ejemplo, nosotros encontremos maneras diligentes de servir sin dilación y entréganos al plan de salvación, al que el Hijo de tu corazón y de tus entrañas nos llama y nos invita.  
Virgen María, siempre dócil, siempre dispuesta, totalmente atenta y disponible a la gracia de Dios, en tu corazón de mujer guardabas los misterios que no alcazabas a entender; ahí los meditabas, no los olvidabas; reflexionabas y discernías el hacer más acertado para ser, junto con la de Cristo, la oblación perfecta, agradable a Dios. 
Ayúdanos con tu corazón de mujer, discípula y madre, a adentrarnos océano abierto, en los insondables deseos del creador, que nos pide confiar más allá de todo argumento, sentido común e incluso razón.  
En ti, Dulce Muchacha de Nazaret se realizó el plan más paradójico de Dios: hacerse humano: todo Dios hecho hombre, sin distinción y diferencia; igual en todo: hombre igual a todos, hombre como ninguno.  
¿Quién podría imaginar a un Dios que siendo creador se hace criatura, para otorgarle a la sencillez de esta naturaleza creada la bondad, riqueza y grandeza de la divina?  
Tú María, al inicio cuando el Espíritu de Dios en ti ya actuaba, no entendiste, más no te opusiste, dijiste abierta y traslucida lo que a tu corazón angustiaba: “¿Cómo se hará todo esto? 
Intuiste lo ilógico, absurdo y extraño de la propuesta divina. Dijiste con la sencillez de tu condición: “no, esto es imposible”. Mas, abriste inmediato tu alma y proferiste decidida y determinada tu “Fiat: –Sí- confío, de Dios soy su sierva”.  
Te convertiste, desde ese momento y para la eternidad, en la testigo privilegiada que nos dice sin muchas palabras: “Ten Fe y Confianza”; que cuando Dios habita el corazón, lo imposible disparase y para aquel que a Dios se entrega sin condición ni restricción, todo le es posible.  
Enséñeme Madre a decir Si a Dios.  
Acógeme en tu regazo, acaricia delicada mi alma. Toca con la maternal ternura de tus sentimientos mi corazón.  
Ayúdame María, siempre Virgen, a abrir mi mente a los imposibles que Dios propone; a saber confiar en Él en todo, incluso en los misterios que sobrepasan mi intelecto. 
Por tu intercesión y con tu presencia amorosa en mi corazón propicia al hijo que como tú se haga para Dios su servidor; y también, al igual que en ti “se cumpla en mí, por siempre, su Palabra”. 
Amén

Yerko Reyes Benavides
@bereyerko        

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