domingo, 3 de marzo de 2019

Señor

Dios, Salvador, Mesías, Señor;
mejor: Jesús, Amigo, Hermano 
¿Qué haces acá conmigo? 

Señor Jesús, Hijo del Altísimo: ¿Quién soy para que en mi te fijes? Tus ojos puesto en mi están, y por mi te das.  
Señor Jesús, tú que junto al Padre y al Santo Espíritu son un solo Dios: ¿Cómo es que te abajas y apartas los honores y la gloria de tu divinidad, para hacerte uno conmigo? Pequeña es mi naturaleza; es que para ti fue pensada, en ti realizada y por ti rescatada.  
Señor Jesús, eres el Alfa y también la Omega, principio y fin; origen y plenitud. Tuya es la Gloria y también la Eternidad: ¿Qué haces estando conmigo en la fugacidad de los días con sus amaneceres y sus ocasos?  
Tuyo es el día y la noche te pertenece, y conmigo los compartes, te sientas a mi lado y me enseñas a mirar el firmamento y en el horizonte, a descubrir las huellas de la bondad divina.  
Señor Jesús, eres el Amado, en el que el Padre Dios tiene sus complacencias: ¿Qué haces conmigo? No soy digno si quiera de pronunciar tu nombre bendito y tú a mí me llamas: “Amigo”
Señor Jesús, el Mesías Esperado, el anhelado de una nación; el enviado del Señor para ser el Salvador de todos. ¿Cómo haces para que tus ojos que a tantos han de ver, se posen y fijos se queden en mí?  
Al corazón me hablaste y al oído susurraste: “La humanidad que he venido a salvar comienza en ti”; me dijiste y desde ese día no he dejado de soñarte.  
Dios, Salvador, Mesías, Señor; mejor: Jesús, Amigo, Hermano ¿Qué haces acá conmigo?  
Mi amor es pequeño, no alcanza una vida, mucho menos un universo; no abraza una eternidad y sin embargo del él te haces el necesitado. Gracias Amado; porque a este amor humilde que te ofrezco, tú de divinidad lo revistes, lo llenas, lo elevas y a la plenitud lo llevas.  
Gracias, mi Señor Amado, por fijarte en mí y haberte quedado conmigo.
Amén 

Yerko Reyes Benavides

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