jueves, 7 de marzo de 2019

Acto de Humildad

¿Cómo puedo decirte que no; 
si Tú, ¡oh Dios! me has dado la mayor y más grande lección? 

Hijo de Dios, Bendito eres ahora y por siempre. Sea con honor y gloria tu nombre proclamado, Dios y hombre verdadero. Eterno junto al Padre y al Santo Espíritu. 
Tuya es la majestad, a ti el trono celestial te pertenece; eres el heredero del Reino, el Mesías anunciado, el Salvador esperado, el Redentor anhelado: el Hijo Amado.  
Tuya es la Magnificencia y la Divinidad, no había necesidad, y sin embargo, te abajaste; uno con la criatura te hiciste, para así de la mano poder tomarme.  
Toda la grandeza de tu divina dignidad la entregaste y en el Padre la dejaste: “Hijo Prodigo”. Y viniste a los áridos valles de nuestras inconstancias; el alma humana la hiciste tuya y de su corazón te prendaste.  
Lodo es el orgullo de nuestra grandeza. Del polvo fuimos hechos, partículas cósmicas de un universo que por el chasquido de tus dedos existió. Y dejaste tu divinidad y polvo te hiciste y de lodo te revestiste. 
Hoy me pides Señor que deje el orgullo y la vanidad. La soberbia y la prepotencia. No humillas mi condición, más humildad le pides a mi corazón.  
¿Cómo puedo decirte que no; si Tú, ¡oh Dios! me has dado la mayor y más grande lección? 
“Vanidad de vanidades”, mi pretensión; nada soy, todo es efímero, todo pasa, incluso yo: ¿de qué me vanaglorio? ¿De mis miedos? ¿De mis falsedades? ¿De mis medias verdades?  
Nada me cuesta seguirte, Jesús amado. Es mi acto de humildad decirte que al fin entiendo que negándome a mí mismo desaparece todo obstáculo que me ancla y detiene para ir en pos de ti.  
Dame el valor y la determinación de dejarlo todo, incluso a mí mismo, como tú lo hiciste por mí.
Amén

Yerko Reyes Benavides
@bereyerko       

No hay comentarios.: