lunes, 4 de marzo de 2019

Jesús

Tú, Señor, no dejas de hacerte presente 
y aunque tu lugar ya está a la diestra del Padre,
 te paseas por los confines de la human existencia

Jesús, Señor, mi Dios y amigo, tú estás al comienzo de todo, y todo cuanto existe tiene de ti la huella de tu naturaleza: aroma a divinidad, esencia de Bondad.
Cuando necesitado estoy de ti, Señor, te busco y te encuentro, estás en el inicio de cada día, y al final de cada jornada.  
No hay y existe nada que no tenga el rocío de tu gracia, ternura y compasión.

Tú, Señor, no dejas de hacerte presente y aunque tu lugar ya está a la diestra del Padre, te paseas por los confines de la humana existencia. 
Eres el sol que amanece constante en el horizonte de los corazones de carne y eres esperanza para todo el que te busca en sus desiertos. 
Si, Jesús Mesías, cada día se renueva en mí el deseo de tener aquí, conmigo; y descubro, mientras te busco, que tu anhelo es que yo esté allá, contigo; y mientras mi deseo y tu anhelo se realizan, peregrino en este mundo soy, camino hacia ti, mientras tú cada día te encarnas en mí. 
Que no deje de insistir, Señor, en este deseo de quererte, de buscarte, de encontrarte. 
No dejes Tú, Señor, de persistir en tu anhelo de hacerte presente en mi corazón y en mi vida.

Tú al inicio de mi existir estabas y al final de mi caminar estarás, ahí permanecerás. 
Ahora, en esta hora Jesús amado, continua en mi haciéndote sentir y, esta “obra buena” que en mi haz comenzado la lleves por tu gracia a término en el esplendor de tu plenitud y eternidad.
Amén

Yerko Reyes Benavides

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