¿Te dije ya cómo se hace un amigo?
Si, ¡Verdad!, no recordaba. Pues sí, ya sabes mi secreto, un secreto que compartimos todos pero que la razón y el buen sentido borran al pasar el tiempo; como se borran los amigos que animaron nuestras tardes de soledad. Infantes, pequeños, ingenuos e inocentes, pero jamás SOLOS. Sólo los adultos andan SOLOS.
Te aseguro, tengo muchos amigos, demasiados para contarlos, muchos para olvidarlos y todos están en lo profundo de mi corazón. Son mis amigos y los tengo al alcance, cada vez que los busco, cada vez que los necesito y siento que me a mi me necesitan también. Cierro mis ojos y ahí están, todos y cada uno…
…Espera, ahí estás tú. Ya te ví. Solo jamás, tu tampoco, cierra tus ojos y ahí me verás.
¡Ah, aguarda! No es todo. Con un ¡hola! a Jesús también lo traigo y a sus ángeles con él. Llenan mi habitación. Ella es pequeña, cabe en la palma de una mano y sin embargo entran todos…
...Espera, tú también estás ahí, de la mano con Jesús, en mi corazón. Ya sabes dónde estoy… cierra tus ojos y ahí me verás.
No te quedes con la boca abierta, como si no lo supieras, ¿acaso no te diste cuenta? Solo estás porque decidiste cerrar las puertas de tu imaginación, la misma que te trae esta noche aquí conmigo y yo en ti.
No, no salgas, no hace falta, pero comienza a llamar, marca en la distancia que amigos esperan por ti, no estás sólo, lo tienes a él y a su ángeles contigo. A Ella también, ¿no sabías? también viene a recoger algunas lágrimas viajeras de las mejillas al suelo. Si no sabes quién es, mejor presta atención.
Comienza ahora a llamar y no te detengas… solo no estás.
Cuando era chico, más chico que ahora, corría a refugiarme a mis fantasías, ahí estaban los que me protegían, los héroes de mi imaginación, con ellos vencía el mal; junto a ellos iba a los confines más remotos de la tierra, el cielo y el mar; y más allá…
¡Ah, espera! Ahora estoy contigo, si tú… no te hagas el desentendido, tú, si el que lee estás líneas… Eres mi amigo, mi amiga, mi compañero y compañera de aventuras… Cierra los ojos y ahí estaré…
¡Ah aguarda presta atención! Al abrir los ojos quizá ya no me veas, sin embargo, ahora sí, quedas con el mejor de todos tus amigos: Tú mismo en soledad.
Abrázate, que jamás sólo estarás.
Yerko Reyes Benavides
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