miércoles, 17 de enero de 2018

Así se hace un amigo: Hola

Una de las trampas de la "madurez", en la que la mayoría de nosotros caemos, prácticamente sin darnos cuenta de ello, es enterrar para siempre el talento natural e innato para relacionarnos armoniosamente con los demás. Y hago énfasis "en los demás" abriendo el abanico de posibilidades a tantas personas que hay a nuestro alrededor, y no sólo a los que catalogamos como:
  • Escalafón 1: Íntimos 
  • Escalafón 2: Familia
  • Escalafón 3: Amigos
  • Escalafón 4: Conocidos
  • Escalafón 5: Compañeros de trabajo
  • Escalafón 6: El resto de la humanidad. 
A veces entre todos los escalafones en los que cuantificamos al "prójimo" y, juntándolos todos, digo, nos sobran los dedos de las manos para contabilizarlos y enumerarlos.

El alma es RELACIONAL, es decir, se hace y se realiza en connivencia; cunado vive y se conecta con otra u otras almas (personas) iguales -en dignidad- a la suya. 

Una de las cualidades que nos hacen esencialmente imagen y semejanza de Dios es "ser para si en el otro"

Sin embargo, mientras más años acumulamos, menos amigos nos van quedando y, no porque se hayan ido de nuestro lado a otras tierras, o hayan fallecido, sino porque "la experiencia" nos da las lecciones del dolor, sufrimiento, engaño y traición. Gracias a esas lecciones, la madurez viene con "desconfianza total y absoluta a todo y a todos; el alma siempre a la defensiva, al resguardo del tesoro de nuestra susceptibilidad.

Por ello, desterramos al prójimo de nuestra intimidad dejándolo en la periferia de nuestra indolencia y indiferencia.

Preferimos no existir y no realizarnos a arriesgarnos a ir con el corazón abierto acogiendo y amando a todos y cada uno, así como lo hace Dios de quien, decíamos, somos imagen y semejanza. 

El camino del éxito, repetimos: "es un camino que se transita en soledad" y total verdad hay en esa afirmación, sin embargo, la cúspide de los éxitos no está siempre asociada a la realización personal integral; la soledad termina por pasar factura y cobra muy caro.

La realización, al contrario, es un camino que se transita en compañía: ¡Mientras más mejor!

Ser como niños es volver a aspirar a la propuesta fantástica de aquella vieja canción que coreaba:

"Yo quiero tener un millón de amigos...".


Yerko Reyes Benavides

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