sábado, 13 de enero de 2018

Acción y Reacción, no son las dos caras de una sola Moneda

Empecemos por lo más básico, aunque todos tenemos una idea de lo que signada el vocablo acción y también el término reacción. Mas si tenemos noción de ello, en alguna otra ocasión lo he manifestado, que la peor actitud para el alma es absolutizar la noción de algo y dar por sentado que ya no tenemos nada más que buscar.

En el ADN espiritual de la naturaleza humana está escrito en su genoma ser peregrino, caminante, nómada de su existencia. Siempre en evolución, siempre en desarrollo, totalmente perfectible, y lo más grandioso totalmente trascendente.

La RAE, Real Academia Española de la lengua, por sus siglas, define:

Acción: Encuentra su origen etimológico en el vocablo latín “actio – actionis” que significa en primera instancia, “ejercicio de la posibilidad de hacer”. También es el “resultado del hacer” o el “efecto que causa un agente sobre otro”. En física se entiende el término como producto de la energía absorbida durante un proceso por el tiempo que este dura.

Por su parte, Reacción significa: la “acción que se opone a otra”. También puede ser entendido el vocablo como, “forma en que alguien o algo se comporta ante un determinado estímulo”. Reaccionar implica cierto grado de violencia en la respuesta al estímulo que la provoca. Otra manera de entender este vocablo es como “actitud opuesta a las innovaciones”. En biología, que está íntimamente unida a la psicología y a la espiritualidad, representa “la forma o manera como el organismo trata de contrarrestar la influencia de un agente patógeno”. También en física, “fuerza igual y opuesta, con que un cuerpo responde a la acción de otro sobre él”.


Aquí podríamos hacer uso del adagio “a buen entendedor, pocas palabras”, o también apelar a la frase característica de la estrategia pedagógica de Cristo: “el que tenga oídos, que oiga”.

Sin embargo, compartamos algunas observaciones que salta a la vista y que en el contraste de las definiciones del término podríamos diferenciar: acción es luz de un día y reacción es oscuridad no del mismo día, sino de otro muy distinto.

Desde la biología y la psicología recogemos la orientación positiva que se asume desde la acción, y la postura defensiva, pasiva hasta ser perturbada la pasividad, instintiva más que consciente, a no ser que se conciencie la reacción como una estrategia que optara por la agresividad y la violencia en la fuerza que empleara para ejecutarse.

Reaccionar siempre será una respuesta defensiva y violenta de ante un estímulo que se siente amenazante, amenazador que enciende las alarmas bio-psico-espirituales de la esencia humana. En reacción se destruye, se golpea, se hiere “en defensa propia”. La reacción es caótica por naturaleza, necesaria para el organismo, indudablemente, pero como último mecanismo de defensa.

El problema es que hemos convertido la reacción como la principal herramienta para “rehacer” nuestro mundo, más enfocado en lo exterior que en lo interior. En reacción se construye, pero luego de haber destruido, ya que no queda más remedio que volver a juntar las piezas, tratado de rescatar algo de lo “bueno” que había pero no fue.

El alma no puede andar en reacción constantemente, enferma, no muere, pero si se repliega dándole dominio a la psique y a la biología para que se encarguen, estas dos han podido mantener un tenue equilibrio interior, donde han evitado la implosión de la esencia humana, pero no se bastan.

Lo que nos queda es, a todas luces, antes de reaccionar (que implica la espera consciente o inconsciente a que los estímulos externos ejerzan la fuerza que detone la reacción) accionar, es decir, actuar.

En el actuar el alma se incorpora al equilibrio interior, es creativa, proactiva, innovadora, persistente, en la acción hay paz y armonía. La estética y la bondad aparecen como fuentes que la inspiran, y bien orientada la acción será la manifestación más plena del Amor.

Y en el Amor, encontrará el ser humano la realización plena de su naturaleza, que será el punto de ignición hacia su trascendencia.

“El que tenga ojos, que vea y, oídos, que oiga”.

Mejor, Actuar que Reaccionar. Genera mayor paz la primera que la segunda, mayor armonía interior y por consecuencia mejor coherencia.


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