¡Dios! El mundo de los adultos, de la razón, la lógica y el sentido común, está lleno de excusas, pretextos y toda clase de artimañas para justificar nuestra apatía, indiferencia, soledad, abandono, flojera, indolencia, indiferencia, apoltronamiento y comodidad.
Y me detengo, porque las escusas en nosotros no tienen fin, como tampoco lo tiene la trampa psicología de la victimización como engaño al alma, que reclama más de nosotros.
Los niños son maestros de la alegría y, hoy descubrimos su secreto.
Yerko Reyes Benavides
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