martes, 16 de enero de 2018

Mirada de Reino, mirada de Niño

¿Dónde, Señor, encontrar tu mirada?

¿Será que desde tu partida para ocupar la diestra del Padre, la humanidad quedó condenada a no poder más que esperar, el día de tu segunda venida?

¿Dónde, Señor, encontrar algo que refleje tu amor y tu cercanía?

Dijiste: "el Reino de Dios está ya entre ustedes".

¿Dónde Señor, si oscuridad y tinieblas mis ojos contempla?

Mientras mi boca proclama: Luz; 
oscuridad recibe.

"Venga a nosotros tu reino", decimos, cuando elevamos los brazos hacia el cielo, pidiendo justicia, paz y armonía.

Y al bajar los ojos, ¿Qué vemos? al hermano contra el hermano, por un pedazo de mundo que no creó; indolente miente, para apoderarse de lo que no fue, no es ni será jamás suyo.

Tinieblas se ciernen, pero Tú, Señor te escondes, tan visible y tal al alcance que, sorprendes.

Velada nuestra vista, en la mirada inocente de un niño, nos miras con amor y ternura, para que no perdamos el camino del Reino.

Míranos, Señor, mil veces, con la mirada dulce de la infancia, llévanos a lo más hondo y profundo del alma para que una vez ahí, miremos lo que tú miras en nosotros, y amemos lo que tú, aun, sigues amando de nosotros. 

La mirada tierna de la infancia no se extingue, sólo se oculta, a plena vista, como tu mirada a nosotros, en la dulce mirada del Reino que en el niño se esconde.

Una vez ahí, Señor, piérdeme de amor en tu mirar para que cuando vuelva a contemplar la realidad pueda mirarla con la mirada del Reino en  mi; y en Ti, seguir mirando con amor al hombre. 

Tinieblas, ¡ya no más!

Mirada de Reino, en el mirar del niño en mi, que en Ti ha nacido un día para el resto de la eternidad. 

Luz de Reino, en la mirada inocente dulce y tierna de un niño. 

¡Ahí te escondes!

Que no deje nunca de mirarte ahí en cada niño, y en el niño que hay en mi, para el Reino de Dios en todos.


Yerko Reyes Benavides

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