miércoles, 31 de enero de 2018

¿Que hay?

Muchas veces vivimos nuestros días en total negación. Es decir nos negamos rotunda y drásticamente a ver, sentir y compartir algo de lo que está en el fondo de nuestro ser. Aquella nobleza espiritual que hace de nuestro rostro resplandecer con el brillo del Amor, seguro y cierto de Dios que es ternura, compasión, perdón y bondad.

Nuestro rostro se desdibuja en una mueca que refleja la desconexión de nuestro aparecer con nuestro ser interior. La sonrisa expresión más pura de nuestra alma, se extingue entre los pliegues una cara compungida y decididamente elegida en amargura. 

Se nos hace más fácil y sencillo fruncir el ceño ante la realidad que nos golpea que, golpear la realidad con un sonrisa diáfana, franca y sincera.

La mueca de víctima se nos da mejor que la anterior y ya así, sometidos a la negación se nos olvida la cara, aquel rostro que en otrora esbozara sin razón y porque sí, la sonrisa de observar sin ver a Dios en mí y en todos y, a ese Dios sonreír en agradecimiento porque no nos abandona, nunca ni jamás. 

Posamos en la mañana en el espejo, y mirándonos fijamente desconocemos el figurín que ahí se refleja sin sonreír. Sin darnos cuenta, en la negación, se nos fue olvidando el poder natural de Dios en el corazón de cada uno; poder que hay en todos y cada uno, en el que sin argumentos ni razones en el fondo del alma se entiende en plenitud: Ahí nada falta para vivir lo verdaderamente fundamental que no se encuentra ni lo da lo que afuera del ser está.

Lo verdaderamente importante y fundamentalmente esencial no es “tener”, “poseer” o “dominar”. Lo importante se esconde, más no se pierde; se oculta pero no se extingue y aparece de tanto en tanto para recordarnos que vivir se trata siempre de elegir, y lo que será, será por decisión y no por condición.


Y me pregunto, ahora, y preguntándomelo a mí, a ti también te incluyo: ¿Qué hay en mí, Señor de ti, para contigo volver a sonreír?

Volver a Ser Niños:


Espiritualidad de la Tenura

Yerko Reyes Benavides

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