jueves, 11 de enero de 2018

El Dios del Antiguo Testamento Vs el Dios del Nuevo Testamento

Hago una afectuosa advertencia inicial: este artículo no es redactado por un especialista biblista, soy uno más entre tantos que lee la Biblia con respeto y veneración, porque es Palabra de Dios, y como respetuoso oyente, se sienta o arrodilla, ocasionalmente para prestar atención a la voz de Dios que a través del texto escrito en esta colección de libros se comunica.

Tampoco lo escribe un teólogo tratando de hacer teología bíblica. Eso es para las academias y las universidades. Sin embargo, como novel teólogo, puedo tomarme alguna atribución magisterial (no Magisterial, esa está en Roma) para hacer una aclaratoria. 

Esta aclaratoria viene de una posible confusión, al momento de cualificar la “forma” en cómo Dios se manifestó en los tiempos antiguos y que fue recogido por los escritores sagrados, tan añejos cómo los hechos narrados y que nosotros damos por nombre: Antiguo o Viejo Testamento. 

Hay una tentación que corremos incautamente todos: el tratar de sintetizar en pocas palabras la Obra de Salvación narrada en las páginas del A.T. des-contextualizamos la obra de Dios. 

El A.T. tiene tantos matices y aristas como lo tiene la vida misma, y más si nos referimos a Dios. Sin embargo, en más de una ocasión me he encontrado con el aminoramiento de la Acción Divina en una frase o unas cuantas palabras: El Dios del Antiguo Testamento es el Dios de la Espada y de la Justicia. Dios terrible y temible; "el innombrable" (expresión que me hace recordar la némesis de Harry Potter en la saga escrita por J. K. Rowling).


Discúlpenme el descaro de la siguiente afirmación, pero me da la impresión que pensamos que Dios es un Dios Bipolar. Una personalidad para el Antiguo Testamento otra, muy diferente, casi totalmente opuesta y contradictoria para el Nuevo Testamento. 

Como antes afirmaba en más de una ocasión a versados y letrados he escuhado y leído la siguiente afirmación: El Dios del Antiguo Testamento es el Dios de la Justicia y el Dios del Nuevo Testamento el de la Misericordia. 

A lo cual, con toda responsabilidad, digo, falso de toda falsedad. No podemos brincarnos teológica, bíblica y espiritualmente la “Pedagogia de la Salvación de Dios” desplegada y desarrollada en prácticamente XXI siglos de historia humana contenida en los 73 libros de la Biblia. 

La afirmación a la que hacemos referencia en sí misma es bastante temeraria, puesto que aun siendo cierta, no es toda la “verdad” sobre la mirada que hacemos en retrospectiva, utilizando los escritos del Antiguo Testamento. 

Tenemos que recordar un criterio fundamental para leer los escritos del A.T. hacerlo en Clave Cristológica. 

Ese “Dios de Justicia” que se afirma sin más (como representación de la divinidad del A.T) no dejó de existir en el Nuevo Testamento, sólo se varió la perspectiva, la Justicia de Dios no es el poder de su fuerza sino la autoridad de su Misericordia, su Bondad y su Amor que, también estuvieron presentes en la antigüedad (antes de Cristo) y del cual hay innumerables historias y en reiteradas ocasiones es expresad en los pasajes del Antiguo Testamento. 

A la hora de caracteriza a Dios revelado en el A.T. no sólo hemos de cualificarlo con una sola característica: Dios “es el que Es”; Dios de Justicia, Dios de liberación, Dios de bondad y Amor por y para su Pueblo, Dios Creador, entre otros epítetos

Si miramos la fe y el amor de Jesús por Dios, necesariamente nos hemos de fijar que el Galileo fue un judío que creció con las tradiciones, las costumbres y la doctrina judía de su época.

Sin embargo, y adelantado a su época, navego por el mar del Amor del Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob; el Dios del Rey David y Salomón, el Dios del pueblo deportado y el de los profetas. 

Es tanto así que, con la seguridad del que a Dios se le manifiesta por ser “sencillo y humilde” reconoce que Jesús supo mirar con ojos de amor, el Amor de Dios, y tanto que, lo sintió en su corazón humano como el Dios Padre (Abbá) y así lo dio a conocer (Nuevo Testamento, con Cruz incluida). 


No hay un Dios del Antiguo Testamento versus un Dios del Nuevo Testamento, hay uno sólo y único Dios, manifestado en su “pedagogía de amor”: Padre, Hijo y Espíritu Santo. 


“Dios fue, es y seguirá siendo: Amor”. Misericordia, Bondad y Ternura.

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