Querido Niño Jesús:
La verdad es que no quiero que me traigas nada, pero si quiero que me quites cosas, quítame el rencor y la amargura del corazón, las malas palabras de mi boca, los malos pensamientos y malos deseos contra mi prójimo; quítame la tristeza, la nostalgia, el egoísmo, el egocentrismo; haz que me olvide de mí para parecerme más a ti.
No tengo mucho que darte, excepto mi alma que ya te pertenece; te doy mi nada, se Tú mi todo. Te regalo mis silencios, mis horas de espera, te regalo mis horas de vigilia y de sueño; cada uno de los latidos de mi corazón; toma de mi lo que desees, la verdad es que ya no sé qué más darte para endulzar tu corazoncito, reparar los daños que te hago y que te hacen los que no te conocen.
No tengo mucho que darte, excepto mi alma que ya te pertenece; te doy mi nada, se Tú mi todo. Te regalo mis silencios, mis horas de espera, te regalo mis horas de vigilia y de sueño; cada uno de los latidos de mi corazón; toma de mi lo que desees, la verdad es que ya no sé qué más darte para endulzar tu corazoncito, reparar los daños que te hago y que te hacen los que no te conocen.
Si algo haz de querer darme, no sea para mí, sino para ellos...
Sonrisas, paz y bien, para los que duermen con el cielo como techo, para los que buscan en la basura su cena de Navidad; consuelo para los que lloran en un hospital; frente a un ataúd, o en la soledad.
Tranquilidad y amor para los encarcelados, y secuestrados; compañía y salud para los ancianos y enfermos. Bendiciones a los sacerdotes y religiosas, un poco de luz para los que viven en tinieblas.
Y para los niños no sólo juguetes sino unos padres y hermanos que jueguen sanamente con ellos. Por último, pedirte coherencia para los hombres y mujeres en el rol que le distes acorde a su naturaleza.
¡Ay Niñito Lindo!
¡Perdón por pedir tanto!
Niñito Jesús, bebé, Bebito que naces coronado de espinas, deja que yo lleve al menos una espinas para que no llores, déjame cobijarte en ese frío pesebre que algunos te ofrecen de corazón, permíteme al menos postrarme a tus pies como la mula y el buey.
Sabes querido Niño, en las misas de Aguinaldo escuche una canción que decía que José poniendo la mesa, le dijo a María que si comer quería, y ella contestó: que no quería; que con llorar tenía... con llorar tenía...
Si pudiera elegir tenerte en los brazos mientras ella llora en paz, o abrazarla para que no llore más, quizás darle ánimo a José para que pueda salir a trabajar sabiendo que María ni comer quería.
Si solo con mis ocurrencias pudiera hacerte sonreír una vez más, quédate en mis brazos y no te vayas jamás.
Brigida López
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