sábado, 4 de enero de 2020

Aceptando nuevos desafíos. Emprendiendo nuevos caminos

“Insistan en el camino de la Fe, 
perseveren en la ofrenda de su Amor, 
fortalezcan en la Palabra del Señor su Esperanza 
y no desistan en su empeño, 
hasta tener la seguridad de estar siendo llevados 
en los hombros del Buen Pastor”.
Yerko R.


Corremos la tentación de creer que nuestros mayores logros son alcanzar estabilidad y comodidad de vida.

Buscamos por todos los medios ordenar todo de tal manera que, se aminoren los esfuerzos y sacrificios e incluso -necedad nuestra- desaparezcan de nuestra vida. 

Es tan grande nuestro deseo de confort que incluso abandonamos la idea de aprender algo nuevo; cambiar de manera de pensar –aun siendo conscientes que la que sostenemos no nos es favorable- o modificar un criterio, idea o paradigma. Desaparece el deseo de descubrir o adquirir un don o competencia nueva, por solo mencionar algunas entre muchas otras cosas que pudiésemos hacer, ya que representan una incitación -no deseada- a posponer el estado de letargo al que sin, querer muchas veces o queriendo, llevamos nuestra vida. 
La fe nos da el contenido, la esperanza nos enseña el destino y el amor nos muestra el camino. 
Estamos de paso, somos y seremos peregrinos en este mundo. No hemos venido a quedarnos sino, a dejar huellas en nuestro paso. Es el don de lo alto, el que recibimos de manos de Cristo quien, nos anima y ayuda a discernir qué huellas hemos de dejar grabadas en los senderos, veredas y caminos de este mundo por el cual trasmitamos y en el corazón de las personas quienes nos acompañan. 

Erra el que hace sedentario su existir; el que se acomoda a este mundo y que olvida que lo que tiene no lo posee y, por más empeño que haga en apropiarse del tiempo y del espacio, no es su dueño.

El tiempo pasará y la vida se extinguirá sin remedio y, muchos habiendo acumulado tanto en este mundo, perderán lo que es importante: la vida plena. 

Somos nómadas y mientras más ligero sea nuestro equipaje, con mayor facilidad podremos afrontar los retos y los desafíos que nos impone el camino que nos lleva a la plenitud. 

Una fe que nos estanca, una esperanza que nos detiene, una caridad que no desapega, de ellas hemos de alejarnos rápidamente, se presenten ante nosotros muy religiosas e institucionales. 

Una Sana Espiritualidad es aquella que nos anima a vivir en “Alegría, Paz y sobre todo en Libertad de Espíritu”, tal cual nos lo enseña nuestro santo patrono Juan XXIII. 

Haciendo eco de estas palabras, escribo estas líneas reflexivas, aceptando los nuevos desafíos y retos que surgen al comienzo de este año, en el que inauguramos una nueva década. 

Diez años quedaron atrás y lo que sea que hayan sido los logros alcanzados, los bienes adquiridos, las metas conquistas, se quedan en nada ante lo que nos espera delante. 

Soy consciente de la fuerza que ejerce en nuestra alma el deseo de abandonar la búsqueda y quedarnos con lo hasta ahora realizado; incluso podemos llegar a engañarnos a nosotros mismos diciéndonos: es suficiente. 

Sin embargo, hemos de acoger, eso sí con “terror y temblor”, como escribe el poeta, el nuevo horizonte que se muestra delante de nuestros ojos como lugar de nuestro destino, pero con la ilusión que da la certeza que el Señor mismo es quien anima y fortalece nuestro caminar. 

Bienvenido 2020

Yerko Reyes Benavides

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