En el segundo domingo de Adviento nos encontramos a María, la Dulce Muchacha de Nazaret.
Ella tuvo el coraje y el valor de hacer de sí misma “la humilde esclava del Señor”. No escatimó en consagrar su vida, para que, por ella y en ella, se hiciera presente la obra de Salvación de Dios. Dijo con sencillez pero con gran determinación: “Hágase en mi tu palabra”.
Su "Si" nos trajo al Salvador, el Verbo que en ella se hizo Carne y habitó con nosotros, haciéndose uno con nosotros, en todo semejante a nosotros menos en el pecado.
La consigna espiritual de este domingo, será para nosotros, al igual que en María:
Yerko Reyes Benavides
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