Llegó el tiempo de soñar, quiero ir despacio, detenerme si es necesario, levantar la mirada y contemplar cómo se va realizando sin premura el nuevo amanecer que llega contigo, Señor Amado.
En tu bondad está puesta mi confianza, tu Palabra es mi fortaleza; en tu corazón está mi refugio, en él encuentro descanso, mas tu amor, mi Señor Amado, tu amor es mi anhelo y mi deseo; por ti espero.
Apura el paso, Señor Amado, adelanta la hora de tu llegada, son muchas las tribulaciones que aquejan a la humanidad, agostada de tu gracia, camina por valles de tiembla, y en él mi corazón, Señor Amado, también se pierde.
Renueva en mi interior, por tu promesa de venir sin falta, la esperanza de esperar la plenitud de lo que ya tú mismo nos has dado, Señor Amado, la libertad de volar muy alto y surcar el cielo de compasión y de tu ternura que nos acompaña en nuestro paso peregrino.
Reaviva, Señor Amado, el sueño de plenitud que no aguarda a tu llegada, mi alma en vigilia ya está, mi vida te espera; mas mi corazón impaciente a ti te busca en todo momento, pues es más fuerte el anhelo de alcanzarte, que el deseo de esperarte.
Ven, Señor Amado, ya estoy de camino, he salido a encontrarme contigo.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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