Dame Señor, de ese amor que no pasa, no se acaba ni se agota; de ese amor que no se cansa, no se pierde, ni se extingue.
Dame Señor, de ese amor que no se engríe, a pruebas no somete, del ego y del orgullo se aparta; de ese amor que no toma posesión, no se queda en la pasión, no esclaviza, ni pone condición.
Dame Señor, de ese amor que no somete, ni tampoco se merece, sino que se ofrece y es pura donación y en la entrega encuentra su alegría.
Dame Señor, de ese amor que no hace cálculos, que no lleva cuentas, que no mide ni se mide; de ese amor que levanta, reconoce y dignifica; del amor que me hace humano.
Dame Señor, de ese amor que engrandece, que embellece y que a la vida ennoblece; de ese amor que es puro, delicado, verdadero y siempre es sincero.
Dame Señor, de ese amor que no se explica, ni se justifica, que no tiene razones para ser ni tampoco para darse; de ese amor que nada espera y se sigue dando, y en la oblación encuentra su razón y su sentido.
Dame Señor, de ese amor que toma forma de perdón, que es ternura y también es compasión; de ese amor que es olvido para las afrentas y las ofensas, del amor que salva y también liberta.
Dame Señor, de ese amor, porque en ese amor he sido amado, y es ese el amor que te pido, para así poder amarte, y amarme a mí y a mis hermanos, como tú nos has amado.Amén
Yerko Reyes Benavides
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