domingo, 8 de diciembre de 2019

María

María,
de mi corazón su dulce muchacha;
eres tú, hora a hora y día a día,
la ternura de Dios que mi alma ansía;
mi ser en tu humildad se amplia
y mi espíritu en tu dulzura se exalta.

¡Cómo no ha de entonar el alma
un cántico de alabanza,
inspirado en que lo tu originas
en un corazón
en tu gracia enamorado!

María,
te miro y no es con osadía,
sino con la sencillez de un caballero
que a ti consagra su gesta
de llevar a Cristo en tu nombre
a todo hombre
que está bajo tu cuidado.

María,
es la nobleza de tu amor sincero,
lo que conmueve a este pecho
a ti consagrado,
de tu amor enamorado;
mi ser por ti es elevado
y llevado delante del Cordero,
en el que por tu amor soy amado.

María,
sea tu pureza,
mi Reina y Señora,
la bandera que enarbole mi palabra,
y en la prístina grandeza de tu presencia
en Dios agraciada,
mi obrar se dé en la esperanza
de en ti se atraído
a la gloria del Amado.
Amén

Yerko Reyes Benavides

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