Desde que vivo en Venezuela, pudo decir con toda propiedad, que estamos atravesando uno de los peores momentos históricos que ha enfrentado esta nación en los últimos 40 años. Un país que teniéndolo todo no tiene nada por la pobreza intelectual de quienes han guiado el caminar político de esta nación durante este tiempo. Un país rico sumergido en la peor de las pobrezas. Un país tan noble en su gente, e instalados en el poder quienes no merecen por sus méritos conducir ni un autobús. Pero no se trata de hacer una crítica a la tragedia de este sistema que nos ha conducido ha tan lamentable situación, donde el orgullo y la soberbia son más grandes que la conmiseración de abrir canales extraordinarios de abastecimiento de medicinas y alimentos para los miles sino millones de personas que están pasando hambre y por más que suban los sueldos cada tres meses, la inflación que esto genera se revierte en más pobreza. Por eso la oración insistente, constante y perseverante de todos, los propios y los ajenos a esta nación.
Les pido de corazón que cuando pasen por nuestra Revista Lazos de Fe, se detengan a hacer esta oración por Venezuela. La necesitamos. Necesitamos la paz que viene del corazón amoroso de Dios y que es un don gratuito de su bondad y de su ternura.
A mis lectores un Dios les pague y Dios les multiplique por tenernos presentes en sus oraciones.
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