sábado, 29 de julio de 2017

Cántico Espiritual

Canciones entre el alma y el Esposo

Esposa

 1. ¿Adónde te escondiste,
 Amado, y me dejaste con gemido?
 Como el ciervo huiste,
 habiéndome herido;
 salí tras ti clamando, y eras ido.

 2. Pastores, los que fuerdes
 allá por las majadas al otero:
 si por ventura vierdes
 aquel que yo más quiero,
 decidle que adolezco, peno y muero.

 3. Buscando mis amores,
 iré por esos montes y riberas;
 ni cogeré las flores,
 ni temeré las fieras,
 y pasaré los fuertes y fronteras.

 Pregunta a las criaturas

 4. ¡Oh bosques y espesuras,
 plantadas por la mano del Amado!
 ¡Oh prado de verduras,
 de flores esmaltado!
 Decid si por vosotros ha pasado.

 Respuesta de las criaturas

 5. Mil gracias derramando
 pasó por estos Sotos con presura,
 e, yéndolos mirando,
 con sola su figura
 vestidos los dejó de su hermosura.

 Esposa

 6. ¡Ay, quién podrá sanarme!
 Acaba de entregarte ya de vero:
 no quieras enviarme
 de hoy más ya mensajero,
 que no saben decirme lo que quiero.

 7. Y todos cuantos vagan
 de ti me van mil gracias refiriendo,
 y todos más me llagan,
 y déjame muriendo
 un no sé qué que quedan balbuciendo.

 8. Mas ¿cómo perseveras,
 ¡oh vida!, no viviendo donde vives,
 y haciendo porque mueras
 las flechas que recibes
 de lo que del Amado en ti concibes?

 9. ¿Por qué, pues has llagado
 aqueste corazón, no le sanaste?
 Y, pues me le has robado,
 ¿por qué así le dejaste,
 y no tomas el robo que robaste?

 10. Apaga mis enojos,
 pues que ninguno basta a deshacellos,
 y véante mis ojos,
 pues eres lumbre dellos,
 y sólo para ti quiero tenellos.

 11. ¡Oh cristalina fuente,
 si en esos tus semblantes plateados
 formases de repente
 los ojos deseados
 que tengo en mis entrañas dibujados!

 12. ¡Apártalos, Amado,
 que voy de vuelo!

 El Esposo

­Vuélvete, paloma,
 que el ciervo vulnerado
 por el otero asoma
 al aire de tu vuelo, y fresco toma.

 La Esposa

 13. Mi Amado, las montañas,
 los valles solitarios nemorosos,
 las ínsulas extrañas,
 los ríos sonorosos,
 el silbo de los aires amorosos,

 14. la noche sosegada
 en par de los levantes del aurora,
 la música callada,
 la soledad sonora,
 la cena que recrea y enamora.

 15. Nuestro lecho florido,
 de cuevas de leones enlazado,
 en púrpura tendido,
 de paz edificado,
 de mil escudos de oro coronado.

 16. A zaga de tu huella
 las jóvenes discurren al camino,
 al toque de centella,
 al adobado vino,
 emisiones de bálsamo divino.

 17. En la interior bodega
 de mi Amado bebí, y cuando salía
 por toda aquesta vega,
 ya cosa no sabía;
 y el ganado perdí que antes seguía.

 18. Allí me dio su pecho,
 allí me enseñó ciencia muy sabrosa;
 y yo le di de hecho
 a mí, sin dejar cosa:
 allí le prometí de ser su Esposa.

 19. Mi alma se ha empleado,
 y todo mi caudal en su servicio;
 ya no guardo ganado,
 ni ya tengo otro oficio,
 que ya sólo en amar es mi ejercicio.

 20. Pues ya si en el ejido
 de hoy más no fuere vista ni hallada,
 diréis que me he perdido;
 que, andando enamorada,
 me hice perdidiza, y fui ganada.

 21. De flores y esmeraldas,
 en las frescas mañanas escogidas,
 haremos las guirnaldas
 en tu amor florecidas
 y en un cabello mío entretejidas.

 22. En solo aquel cabello
 que en mi cuello volar consideraste,
 mirástele en mi cuello,
 y en él preso quedaste,
 y en uno de mis ojos te llagaste.

 23. Cuando tú me mirabas
 su gracia en mí tus ojos imprimían;
 por eso me adamabas,
 y en eso merecían
 los míos adorar lo que en ti vían.

 24. No quieras despreciarme,
 que, si color moreno en mi hallaste,
 ya bien puedes mirarme
 después que me miraste,
 que gracia y hermosura en mi dejaste.

 25. Cogednos las raposas,
 que está ya florecida nuestra viña,
 en tanto que de rosas
 hacemos una piña,
 y no parezca nadie en la montiña.

 26. Detente, cierzo muerto;
 ven, austro, que recuerdas los amores,
 aspira por mi huerto,
 y corran sus olores,
 y pacerá el Amado entre las flores.

 Esposo

 27. Entrado se ha la esposa
 en el ameno huerto deseado,
 y a su sabor reposa,
 el cuello reclinado
 sobre los dulces brazos deI Amado.

 28. Debajo del manzano,
 allí conmigo fuiste desposada.
 allí te di la mano,
 y fuiste reparada
 donde tu madre fuera violada.

 29. A las aves ligeras,
 leones, ciervos, gamos saltadores,
 montes, valles, riberas,
 aguas, aires, ardores
 y miedos de las noches veladores,

 30. Por las amenas liras
 y canto de serenas os conjuro
 que cesen vuestras iras,
 y no toquéis al muro,
 porque la esposa duerma más seguro.

 Esposa

 31. Oh ninfas de Judea!,
 en tanto que en las flores y rosales
 el ámbar perfumea,
 morá en los arrabales,
 y no queráis tocar nuestros umbrales

 32. Escóndete, Carillo,
 y mira con tu haz a las montañas,
 y no quieras decillo;
 mas mira las compañas
 de la que va por ínsulas extrañas

 Esposo

 33. La blanca palomica
 al arca con el ramo se ha tornado
 y ya la tortolica
 al socio deseado
 en las riberas verdes ha hallado.

 34. En soledad vivía,
 y en soledad ha puesto ya su nido,
 y en soledad la guía
 a solas su querido,
 también en soledad de amor herido.

 Esposa

 35. Gocémonos, Amado,
 y vámonos a ver en tu hermosura
 al monte ó al collado
 do mana el agua pura;
 entremos más adentro en la espesura.

 36. Y luego a las subidas
 cavernas de la piedra nos iremos,
 que están bien escondidas,
 y allí nos entraremos,
 y el mosto de granadas gustaremos

 37. Allí me mostrarías
 aquello que mi alma pretendía,
 y luego me darías
 allí, tú, vida mía,
 aquello que me diste el otro día:

 38. El aspirar del aire,
 el canto de la dulce Filomena,
 el soto y su donaire,
 en la noche serena,
 con llama que consume y no da pena

 39. Que nadie lo miraba,
 Aminadab tampoco parecía,
 y el cerco sosegaba,
 y la caballería
 a vista de las aguas descendía.


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