La vida espiritual se alimenta de una oración constante. La oración no es sólo soltar palabras interminables que sólo manifiestan un inacabable monologo entre nuestra necesidad y nuestro ego. La oración es el acto de apertura y de confianza, de abandono más grande que la criatura hace en manos de Dios. Confía plenamente. La oración es la respuesta de Dios a las cosas que necesitamos y no a las que pedimos. Las que pedimos vendrán a su tiempo cuando hayamos asumido las que necesitamos que quizá no serán de nuestra conveniencia.
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