Tan distraídos andamos por la vida que a
veces se nos olvida que ésta está llena de colores. Se nos olvida disfrutar de
las cosas más simples y más sencillas que ya de tanta verlas las damos por
sobre entendidas. El sol alumbra, la lluvia moja, el viento sopla, la grama es
verde; lo obvio se convirtió en rutina, y pasan los días y no logramos apreciar
su impacto, su profundidad, su emoción, su encanto y su maravilla.
También esto nos pasa con las
ideas. De tanto pensarlas, las damos por sentadas, y hay ideas que las
entronizamos como absolutas, inamovibles de nuestro pensamiento, porque de esa
es la única manera que tienen lógica, sentido y son apropiadas, correctas, apegadas
a lo conveniente. Por eso, me encanta la manera de ver el mundo que tienen los
niños, pueden pintar un árbol de azul, la grama de roja, la luz de violeta, y
todo eso tiene para ellos sentido y lo mejor es que lo disfrutan. Nosotros
inmediatamente cuando se nos dice: pinte un árbol, ya estamos recogiendo el
color verde para las hojas y café para el tronco.
No es que esté mal que tengamos
definidos ciertos aspectos de nuestra vida, que tengamos pensamientos
"propios", criterios de interpretación de las cosas, gustos y
preferencias; pero, sólo a veces, desconocemos que son los lentes con los
cuales decidimos mirar la vida y, se nos olvida que los traemos puestos.
A continuación les presento un ejercicio –espiritual-
en forma de juego -porque la vida no hay que tomársela tan en serio- decía Oscar
Wilde y el comediante del otro día. La espiritualidad no es sólo para las
personas serias, sino también para aquellas que sonríen todos los días y de vez
en cuando se carcajean.
Esta pregunta me la estoy haciendo con
varias cosas “importantes” y le tocó el turno a lo más importante que existe. Lo único que voy a pedir es que inmediatamente que la veas no racionalices la respuesta, que sea instintivo, espontaneo, después que tengas la respuesta le buscas el sentido, la racionalizas, la teologizas:
No me arruguen la cara, ni hagan muecas raras. Si les preguntará de qué color es el cielo, seguro responderían "azul" o "celeste". Pero como esta pregunta no se la ha preguntado nadie al menos que "tenga oficio", pues la pregunto yo.
Ahora si te pido que, por favor compartas en la sección comentarios la respuesta que diste, me va a ayudar mucho recoger los diversas contestaciones que le den a esta pregunta y seguro que a ti también te va a permitir sentir a Dios de una manera que no lo has sentido todavía.
3 comentarios:
Seré, entonces yo mismo el que hará el primer comentario a esta publicación. Para mi el color con el que identifico a Dios es el Azul. Aparte de ser mi color favorito, como se pueden dar cuenta lo utilizo con mucha frecuencia en prácticamente toda su gama, puesto que interiormente siento el color azul como el de la divinidad. Azul es el cielo y azul es el océano los dos espacios que recubren el mayor porcentaje del mundo en el que vivimos, como un abrazo de Dios que nos recubre, por arriba, por los lados, por abajo, como el salmo 138
Pues mi primer pensamiento fue incoloro, etéreo. A ver como explico esto... el primer pensamiento fue una imagen de humo transparente que me envolvía, fue un instante y no puedo definirlo mejor.
Ah!!! Yerko Reyes B, mi color preferido y con el que me identifico sobremanera es el ¡AZUL!!!
Dios te bendiga.
Gracias por responder. Otros comentarios que me han hecho llegar a esta pregunta son: violeta; multicolor como el arcoiris; índigo, entre otros.
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