martes, 25 de septiembre de 2018

Espíritu Santo, Ven


Oración de la Mañana:

Ven Espíritu Santo, que del Padre y del Hijo procedes; siendo de igual naturaleza divina, eres la entrega del Amor de Dios al hombre y tu lugar está en el corazón de cada ser humano.

Santo Espíritu Divino, llena nuestra vida de tus Virtudes. 

Confiérele a nuestra alma tus sagrados dones que, no son sólo siete, sino muchos y múltiples, diferentes y diversos, llenos todos de la gracia divina que nos deja ser en el mundo creadores de realidad santificada y creativos a semejanza de nuestro Padre, Dios.

En cada día, Bondad divina, no nos falte tu aliento, moción que al espíritu mueve y hace libre para actuar en todo y con todos desde el amor, la misericordia y la caridad y con ello buscar se instaure el Reino de Cristo que es de Justicia, Verdad y Paz.

Sólo en tu divina Inspiración nuestro corazón en cada jornada encontrará la fuerza de lo alto para hacer de este mundo un lugar más humano, donde todos nos sintamos verdaderamente hermanos.
Santo Espíritu ven a nuestro corazón y, en el haz definitivamente tu morada.

Amén


Oración e la Noche:

Hijo de Dios, nuestro Señor y hermano, Jesucristo, llegados al final del día que nos concediste vivirlo en tu gracia, volvemos a ti, como al inicio de la jornada. 

¿Qué nos faltó, Señor hacer que era importante para ti que realizáramos?

¿Qué olvidamos o dejamos tirado en el camino? 

Son tantas las veces que ya no puedo llevar la cuenta que, me he dejado llevar por lo insustancial, lo vacío, lo vano. He sido fatuo al pretender que por mí mismo puedo valerme y hacer lo trascendente, decidir lo relevante y no perderme en lo superficial.

Lo noble, lo bueno, lo justo lo que vale a tus ojos pasa delante de mi desapercibido, distraído estoy en lo otro. El tiempo y la trascendencia asi se me escapan de las manos como la arena de la playa.

Dame Señor la capacidad de discernir, para que en cada día esté atento de aprovechar el tiempo y en tu Voluntad me ocupe y, así adelantar cada vez un paso en el camino de la salvación mía y de los que me has dado.

Tuyo Señor es el tiempo y la inmortalidad es tu cualidad, que no me quede yo sin ti, puesto que lejos de ti muero, en el tiempo que me quedo y no alcanzo tu divinidad porque tuya es mi eternidad.

Amén

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