jueves, 20 de septiembre de 2018

El Amor en cada día: Nuestra Realización


Oración de la Mañana:

Buenos días, Señor Jesús.

Antes que otra cosa pase por mi mente y mis pensamientos se concentren en el quehacer que me aguarda para ser realizado en este día, te digo con convicción: Gracias, Señor gracias.

Gracias por el regalo de estar vivo. Despertar y caer en cuenta que la vida continua; que no sólo es el acto natural en un plano material, ni lo biológico lo es todo, ni marca la pauta de la existencia, nos da la posibilidad de expandirnos, crecer y desarrollarnos en lo que es lo efectivamente importante.

Contemplar la huella de tu paso por nosotros es el punto de partida de todo día en el que se desea dedicar cada hora a lo que le da sentido a la propia vida y es, en definitiva el propósito del existir: amar sin medidas.

Señor Jesús tu amor nos realiza y por él trascendemos, es la manera como la oración que ahora te dirigimos se convierta en no sólo en deseo o anhelo sino en acción y también en  vida, haciendo por ella que verdaderamente “Venga a nosotros tu Reino”.

Danos el coraje ante todo de Amar como Tú nos amas y con ello amar lo que Tú amas, con tu amor y no con el mío que muy limitado es.

Tengo la certeza que aunque amar del todo no sé, sólo en el amor me confieres tu gracias, e incluso podré al final de ti escuchar: “tus pecados te son perdonados, porque mucho has amado”. 

Que no me falte el amor en este día que me regalas, Señor.

Amén


Oración de la Noche:

Señor Jesucristo, amigo fiel, siempre te haces presente en cada momento de nuestra vida. Te ocupas fe nuestro bienestar. Con paciencia sobrellevas nuestras debilidades; perdonas nuestros pecados, nos das tu gracia para que tomemos la irrenunciable decisión de cambiar.

Los días pasan, súbito llega el día, la noche cae, no queremos parar, detenernos para contemplar tu presencia que nos fortalece y que está en lo más íntimo de nuestra propia intimidad, donde a veces ni nosotros mismos tenemos acceso, a menos que abandonemos el corre corre de lo pasajero y nos consagremos a lo eterno, la contemplación silente de tu rostro en armonía y paz.

Sosiego eres para el alma, Amado.

Meditar necesitamos, orar, como ahora; no rápido como lo impone el cansancio acumulado de una jornada que apenas si nos alcanza para cubrir lo básico de una vida que se debate en las cosas de este mundo y se olvida de las celestiales, allá donde nuestra alma empuja, suspira y a veces de nostalgia gime.

El sueño que dormiremos ahora, Jesús hermano, restaure el deseo del alma de estar en todo tiempo contigo como ahora el dormir, que a ti consagramos. 

Amén

Yerko Reyes Benavides

No hay comentarios.: