Desperté
temprano, Señor,
para vivir la
alegría de este último día;
temprano para
transitar cada minuto de este día,
en acción de
gracias a ti;
pues sin ti, no
hubiera llegado hasta aquí:
ninguna vida
llega a alguna parte, sin ti o en ausencia de tu amor.
¿Qué decir,
Señor, que tú no sepas?
En mi
temporalidad, vivo la humildad de mi condición que,
en ocasiones me
deja impávido ante las transitorias circunstancias,
de una decisión
que te pongo a ti a tomar por mí,
mientras me
compadezco y regodeo en mi humillación.
La oscuridad me
visita, como la noche al día,
sin embargo, a
veces olvido el amanecer que,
está en ti, y
sólo Tú se lo concedes a aquel que,
se desvela a las
puertas de tu corazón.
Gracias, Señor,
porque en tu amor traes la noche,
para que la luz
de la aurora alboreé en el alma,
inquieta y
sedienta de ti.
Mas cuando
contemplo con mis ojos los días pasados
sólo veo amaneceres
puesto que tú has hecho de la noche
luz,
resplandeciente, en mi corazón.
Ha sido la
soledad de la noche, la que ha traído al alma inquieta
la bondad de tu
amor, por eso, en esté día, cuando miro hacia atrás
cierro con la
luz de tu día, la oscuridad de mi noche y,
me doy la vuelta
para, a pesar de las dificultades,
mirar con
esperanza el día que comienza a transcurrir,
la vida que
delante de mí, tú Señor, estiras,
porque sin ti,
no hubiera llegado hasta aquí.
¿Acaso debo
pedir perdón, por las lágrimas derramadas,
de noches de
silencio y soledad? El día en que cayeron,
rebeldes e indómitas,
sólo hacían espacio dentro del alma para,
dejarte entrar a
ti en ella.
Pedir perdón por
el dolor sentido, por la tristeza vivida,
por la soledad,
el abandono, el destierro y el desierto pasados,
por la rabia
acumulada o la impotencia de los podría haber sido,
no, Señor,
porque en todo eso, con tú mirada y desde la mía,
una lección
había,
que de rodillas habría de ser aprendida.
Gracias Señor,
también por los días de pasión, que,
disponen el
corazón a la gloria de la Resurrección:
único camino de
Salvación.
Gracias por que
si morir he de vivir, para estar contigo,
entonces morí
una ya, para estar en ti, y mientras en ti esté;
viviré desde ya
el cielo que tu amor,
prometió a los
que perseveren hasta el final.
Gracias, Señor,
porque en la oscuridad de una noche,
vi el amanecer,
de hoy, para decir, Gracias Señor y que en
el venir del día
no me falte tu amor, que es mi refugio,
fuerza, sentido,
realización y trascendencia.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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