Iniciamos hoy nuestro peregrinar por el tiempo líturgico del Adviento. Tiempo maravilloso de expectación, donde las esperanza se revitalizan, donde el alma rejuvenece y recupera su esplendor en la contemplación del Verbo Encarnado y del Señor, alfa y omega que viene a llevar todas las cosas –incluyéndonos- a la plenitud del Amor de Dios.
No es un tiempo para descuidar nuestra intimación con Dios, al contrario, es tiempo para intensificar eso momentos en donde el alma humana su fusiona con el ser divino y se convierte en uno por el Amor del Hijo en el Padre.
Vivos circunstancias particulares, dolorosas para muchos, angustiantes, que causan un desasosiego tremendo en el corazón, la visión de futuro esta velada por los nubarrones de unos tiempos difíciles que parecieran no tener fin. Ante esto la pero de todas las tentaciones sale a nuestro encuentro para hacernos perder nuestra confianza en Dios y , dejarnos abatir por la situación que nos sumerge en una profunda desesperanza.
Es ahora cuando más necesitamos fortalecer nuestra alma y renovar en nuestro ser y quehacer la presencia amorosa de Dios. Ese Dios que nuestros ojos contemplan entre sentimientos encontrados, pero que a la final siempre termina ganándose una mirada y sonrisa disimulada de ternura cuando lo contemplamos en el pesebre. Es ese candor espiritual que por breves momentos sentimos el que debemos convertir en una bracero ardiente que nos empuje en el camino certero de la Libertad, de la Justicia y de la Paz.
Para eso necesitamos retirarnos, sobre todo de nuestros pensamientos, sentimientos y emociones contaminadas por la impotencia, la rabia el desazón, incluso invadidos ya por el odio y el deseo de venganza y, en el peor de los caso, devastados y derrumbados por en una profunda depresión sistémica y desesperanza devastadora de los sueños y las fuerzas que brotan de los más profundo del ser y que claman Libertad, libertad, libertad por todos lados. La libertad que sólo desde y por el Amor en Dios se puede conseguir para que sea verdadera y duradera.
Les propongo a mis queridos(as) lectores(as) de Lazos de Fe a que realicemos juntos, en las próximas cuatro semanas que nos separan de la Solemnidad de la Natividad del Señor a que, hagamos un Itinerario Espiritual de preparación para celebrar con verdadero gozo y renovar con verdadero entusiasmo la Encarnación del Hijo de Dios, que divinizó nuestra humanidad, sacándonos así de las tinieblas de la ignominia y la ignorancia.
Este Itinerario Espiritual lo haremos de la mano del Profeta Isaías, un profeta amado del Pueblo de Dios que supo infundir la alegría de la presencia renovadora y liberador del Señor en aquellos que vivieron sujetos a la opresión de los poderosos y encumbrados de este mundo. Que los guio espiritualmente por un nuevo desierto hacia una nueva oportunidad de Jerusalén.
El será nuestro guía de Itinerario, ayudándonos a comprender y más que comprender a vivir las consecuencias de lo que ocasiona en el alma en aquellos que aguardan, esperar, creen y confían en el Señor.
Pautas para realizar el Itinerario:
- Bajar el Archivo con la “Parada” de la Semana del Itinerario Espiritual. Haremos cuatro paradas antes de llegar a nuestro destino.
- Escoger el día y la hora para realizar la “parada”. Buscar un lugar tranquilo, alejado de las distractores comunes: ruidos, radio, tv, celulares, sobre todo celulares. Este rato, será tu momento sagrado de la semana para hacer tu “parada espiritual”. Entonces dale la importancia que merece disponiendo todo para que se pueda aprovechar el tiempo. Si quieres puede incluso, si está dentro de tus posibilidades, retirarte en forma, ir a un lugar fuera de tu casa, al aire libre, una casa de retiro, la parroquia si te ofrece un ambiente de meditación tranquilo. Un ambiente distinto a los que rutinariamente frecuentas.
- Tener el material necesario. Si quieres llevar la Biblia, no te estorbará… El material que te suministro ya trae el texto bíblico que será el tema de la “parada” de la semana y, todo cuanto necesitas para hacer la meditación.
Sólo te tomara un par de horas a lo mucho hacer “la parada”, sin embargo, si crees necesario tomarte otro momento para volver a “para” con toda libertad lo puedes hacer todas las veces que lo creas necesario y conveniente. ¿Cuántas veces no nos ha sucedido que cuando emprendemos un viaje, necesitamos regresar al último punto en que hemos parado porque algo se nos ha quedado?
Sin más, en la sección Retiro Espiritual a la Izquierda de tu pantalla de computador está el Archivo con el Material de esta Primera Parada: “De la Mano del Profeta Isaías salimos al Encuentro del Señor”.
¡Feliz Viaje!
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