Adviento es totalmente Cristocéntrico, es decir, el Verbo de Dios es el centro de atención tanto ritual como litúrgicamente hablando. Todas las acciones religiosas apuntan a la persona del Mesías anunciado, anhelado, esperado, soñado y, su inminente venida despierta el fuego de la esperanza a la expectativa de la realización de las promesas de Dios.
Sin embargo este acontecimiento kenótico no es posible sin el la disponibilidad, el concurso, la participación del “Fiat” –sí- de María, renunciando con ello a sus propios planes humanos, a su devenir histórico corriente para involucrase completamente en el plan de salvación de Dios del cual toma posesión en su alma antes que en su vientre.
Así pues, Adviento es Cristocéntrico y Mariocéntrico y si queremos preparar nuestro corazón para la celebración de “Abajamiento” de Dios, hemos necesariamente de “incorporarnos en el corazón de la Dulce Muchacha de Nazaret y aprender a latir a su ritmo, para que el movimiento espiritual de nuestro corazón acompasado con el de María hagan posible una Nueva Encarnación del Señor –espiritual- en nuestra Alma que, como aconteciera en la Virgen Santísima trayendo con ello al Mensajero de la Paz para que hoy recorra los caminos que el hombre y la mujer de hoy transitan.
La oración será la herramienta que hará posible acompasar el ritmo armonioso de nuestro corazón con el de la Dulce Muchacha de Nazaret.
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