Esta oración atractiva
por su ternura, encantadora por la suavidad con la que pareciera rosar el
rostro Virginal de la siempre María, Madre del Señor que en su primera estrofa
ya canta la Inmaculada naturaleza humana de la Dulce Muchacha de Nazaret, no se
tiene claro quien la compuso y en qué período se popularizo.
Sin embargo es una de
las oraciones más conocidas sobre todo en el mundo de habla castellana. Algunos
autores remiten la oración a los primeros siglos, donde ya la Virgen Madre era
venerada con especial cariño. Otros ubican esta oración en la época del
renacimiento –S.XV-XVI- Decima escrita
por autor desconocido.
Sea tan antigua como la
admiración de los cristianos a María o más reciente, a la etapa de la transición
entre la Edad Media y la Edad Moderna, lo
que si es cierto es que sin recurrir a frases extremadamente elaboradas, la
oración canta con amor, la súplica de protección maternal a la Dulce Muchacha
de Nazaret que todo hijo anhela.
¡Bendita sea tu pureza y
eternamente lo sea¡
La pureza es virtud eminentemente
positiva que hace grata a Dios a la persona que la vive. Es la virtud de la
belleza, de la blancura del alma. Eleva al hombre hacia las cosas divinas.
Espiritualiza y engrandece. Estos dos versos son una alabanza a María.
Concebida sin mancha, siempre fue pura y limpia más que el sol (…) Nadie como
Ella vivió —ni vivirá— con tanta delicadeza la pureza, como ella.
“(María)… Nace como los querubines, aquella que es de una arcilla pura e
inmaculada”
Theoteknos de Livias (Obispo
de Palestina - 550-650)
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