Un misterio tan grande que la
mente humana no logra descifrar en toda su extensión. Y a propósito de eso, hay
alguna medida para medir a Dios en su insensata locura y en su estólida
insistencia de dejarse contener por el ser humano. La custodia hecha por las
manos del hombre se convierte en una cárcel que atrapa la divinidad y se
apropia de su naturaleza para ser expuesta de tanto en tanto en los miles de
altares en el mundo.
A mí me provoca gritar: ¡Libérenlo!
¡Suelten a ese privado de la libertad! Mas Él no se deja, se somete a la
voluntad de aquel que no siendo digno de tocarlo lo traslada del Sagrario del
Templo a la Custodia del Altar. ¿Dios, pasarás por la custodia del corazón del
hombre? Me ogobio por tan aislada prisión; me entristezco al ser espectador del
prisionero de los templos (construcciones humanas) abandonadas la mayor parte
del día. Este prisionero de amor sólo sale una o dos veces al día a tomar aire;
una vez al mes se le permite asolearse delante de un puñado pequeño de
espectadores, ocupados en sus rezos más que en la contemplación de su amor, de
su locura, de la insanía de su amor que humildemente permanece silencio en su
reclusorio.
La custodia de las iglesias, como
los custodios de los prisioneros en las cárceles velan para que el prisionero
no escape. Pero este prisionero no sólo merece escapar, sino ser completamente
liberado, llevado en el corazón de quien lo contempla con ojos de amor cada vez
que puede.
Para contemplar el misterio del
amor de Dios no necesitamos estar físicamente dentro de un templo; para
contemplar al amor de los amores, solo basta entender que el mejor sagrario
para este prisionero de amor es el propio corazón y la mejor custodia donde se
expone son las obras de sus amados.
Basta cerrar por un instante los
ojos y ahí estará. Aquella cárcel para este prisionero de amor es demasiado
solitaria, lúgubre, triste, oscura, sombría. ¿Alguno se ha quedado en un templo
a pasar la noche? Si es así, entenderá lo que digo.
Este prisionero de amor, su
cárcel, si es que merece ser prisionero de algo, es el alma de la persona,
desde ahí podrá su prisión ser acción amorosa de transformación; tapizará los
rincones de la celda del alma con imágenes de ternura renovadora, de perdón
incansable, de bondad infinita; afiches con la imagen de su rostro sonriente
que va poco a poco transubstanciando no el pan de la ofrenda sino el corazón
del hombre.
En la custodia del corazón, este
prisionero voluntario del amor, irá constituyéndose en el “dulce huésped del
alma”. Y todo tú ahora serás
expresión de un Dios que se libera constantemente a través de tu amor, de tu
bondad, de tu misericordia, de tu confianza, de tu fe, de tu solidaridad, de tu caridad, en tus esperanzas, servicios y entregas.
En
definitiva te conviertes no en "el amado" sino en el mismo AMOR de los Amores, a su total y más perfecta imagen y semejanza.
4 comentarios:
Wooooooow! Qué expresiones tan precisas para manifestar, en lo que se convierte el ser humano al tener ese fragmento de pan, que es ese "Amor de los Amores"
Gran suspiro sale de mi,al leer esta especie de poema que surge de la intimidad de alguien que conoce tan de cerca este misterio.
Gracias por compartir esta belleza hecha palabras
Qué palabras tan precisas para expresar en lo que el ser humano se convierte al entrar ese fragmento de pan que es "El Amor de los Amores"; como bien lo dice aquí.
Gran suspiro han arrancado de mí, estás palabras que forman una especie de poema tan profundo y celestial a la vez.
Agradezco el haber compartido esto salido de una persona que comprende y vive tan de cerca este GRAN MISTERIO. Gracias Padre Yerko
Abundantes bendiciones siga concediendo le Dios.
Qué palabras tan precisas para expresar en lo que el ser humano se convierte al entrar ese fragmento de pan que es "El Amor de los Amores"; como bien lo dice aquí.
Gran suspiro han arrancado de mí, estás palabras que forman una especie de poema tan profundo y celestial a la vez.
Agradezco el haber compartido esto salido de una persona que comprende y vive tan de cerca este GRAN MISTERIO. Gracias Padre Yerko
Abundantes bendiciones siga concediendo le Dios.
Hermosas palabras muy inspidoras
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