jueves, 5 de octubre de 2017

Prisionero de Amor

Cierro los ojos y al frente de mí, no muy lejos, al alcance de mis manos al estirarlas puedo contemplar la presencia de Jesús Sacramentado. Una custodia muy sencilla, contiene al Dios eterno en la fragilidad de una pequeña hostia; un pedazo de pan que, consagrado en la celebración eucarística, de quien sabe qué día y transubstanciada por las palabras y oración consagratoria de algún sacerdote, el inmutable Dios se quedó atrapado ahí por amor.


Un misterio tan grande que la mente humana no logra descifrar en toda su extensión. Y a propósito de eso, hay alguna medida para medir a Dios en su insensata locura y en su estólida insistencia de dejarse contener por el ser humano. La custodia hecha por las manos del hombre se convierte en una cárcel que atrapa la divinidad y se apropia de su naturaleza para ser expuesta de tanto en tanto en los miles de altares en el mundo.

A mí me provoca gritar: ¡Libérenlo! ¡Suelten a ese privado de la libertad! Mas Él no se deja, se somete a la voluntad de aquel que no siendo digno de tocarlo lo traslada del Sagrario del Templo a la Custodia del Altar. ¿Dios, pasarás por la custodia del corazón del hombre? Me ogobio por tan aislada prisión; me entristezco al ser espectador del prisionero de los templos (construcciones humanas) abandonadas la mayor parte del día. Este prisionero de amor sólo sale una o dos veces al día a tomar aire; una vez al mes se le permite asolearse delante de un puñado pequeño de espectadores, ocupados en sus rezos más que en la contemplación de su amor, de su locura, de la insanía de su amor que humildemente permanece silencio en su reclusorio.

La custodia de las iglesias, como los custodios de los prisioneros en las cárceles velan para que el prisionero no escape. Pero este prisionero no sólo merece escapar, sino ser completamente liberado, llevado en el corazón de quien lo contempla con ojos de amor cada vez que puede.

Para contemplar el misterio del amor de Dios no necesitamos estar físicamente dentro de un templo; para contemplar al amor de los amores, solo basta entender que el mejor sagrario para este prisionero de amor es el propio corazón y la mejor custodia donde se expone son las obras de sus amados.

Basta cerrar por un instante los ojos y ahí estará. Aquella cárcel para este prisionero de amor es demasiado solitaria, lúgubre, triste, oscura, sombría. ¿Alguno se ha quedado en un templo a pasar la noche? Si es así, entenderá lo que digo.

Este prisionero de amor, su cárcel, si es que merece ser prisionero de algo, es el alma de la persona, desde ahí podrá su prisión ser acción amorosa de transformación; tapizará los rincones de la celda del alma con imágenes de ternura renovadora, de perdón incansable, de bondad infinita; afiches con la imagen de su rostro sonriente que va poco a poco transubstanciando no el pan de la ofrenda sino el corazón del hombre.

En la custodia del corazón, este prisionero voluntario del amor, irá constituyéndose en el “dulce huésped del alma”.  Y todo tú ahora serás expresión de un Dios que se libera constantemente a través de tu amor, de tu bondad, de tu misericordia, de tu confianza, de tu fe, de tu solidaridad, de tu caridad, en tus esperanzas, servicios y entregas.  

En definitiva te conviertes no en "el amado" sino en el mismo AMOR de los Amores, a su total y más perfecta imagen y semejanza. 

4 comentarios:

Unknown dijo...

Wooooooow! Qué expresiones tan precisas para manifestar, en lo que se convierte el ser humano al tener ese fragmento de pan, que es ese "Amor de los Amores"
Gran suspiro sale de mi,al leer esta especie de poema que surge de la intimidad de alguien que conoce tan de cerca este misterio.
Gracias por compartir esta belleza hecha palabras

Unknown dijo...

Qué palabras tan precisas para expresar en lo que el ser humano se convierte al entrar ese fragmento de pan que es "El Amor de los Amores"; como bien lo dice aquí.
Gran suspiro han arrancado de mí, estás palabras que forman una especie de poema tan profundo y celestial a la vez.
Agradezco el haber compartido esto salido de una persona que comprende y vive tan de cerca este GRAN MISTERIO. Gracias Padre Yerko
Abundantes bendiciones siga concediendo le Dios.

Unknown dijo...

Qué palabras tan precisas para expresar en lo que el ser humano se convierte al entrar ese fragmento de pan que es "El Amor de los Amores"; como bien lo dice aquí.
Gran suspiro han arrancado de mí, estás palabras que forman una especie de poema tan profundo y celestial a la vez.
Agradezco el haber compartido esto salido de una persona que comprende y vive tan de cerca este GRAN MISTERIO. Gracias Padre Yerko
Abundantes bendiciones siga concediendo le Dios.

Anónimo dijo...

Hermosas palabras muy inspidoras