Una Madre nos fue dada y una Mujer de celestial presencia nos acompaña en nuestro peregrinar de fe en el Amor de Dios, para que en todo y más allá de las dificultades, tristezas o tropiezos que encontremos en el camino, no nos falte un regazo cálido dónde reposar la cabeza; unos brazos firmes que nos abracen con ternura y unas manos delicadas que nos impulsen a continuar.
Una Madre nos fue dada, una protectora regia y una intercesora amorosa, y con ella a nuestro lado poder ser verdaderos Testigos del Amor de Dios en el mundo.
Eres eso y mucho más en nuestro corazón Dulce Muchacha de Nazaret, Madre de Dios y Madre nuestra.
Que en nuestro Itinerario no falte su tierna y maternal presencia. Y en el Rezo del santo Rosario inspiración, fuerza y valor.
Que la Bendición de Dios les acompañe hoy y el amor maternal de María Virgen llene sus corazón siempre.
Te amamos Madre con devota admiración.
Yerko Reyes Benavides
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