Jesús, Señor mío, desde el alba en su despertar me apura el deseo de encontrarme contigo en el abrigo de tu compasión.
El yermo del día a día oprime mi corazón, mas me alienta el anhelo de estar a tu lado y sea tu presencia sagrada lo que rompa el desierto de mi soledad.
Mirarte, verte y sentirte sereno, entregarme sin recelo, abandonarme por entero, al resplandor que se oculta en el pan sagrado que has exaltado, altar de tu Amor.
Mi espíritu lo espera, mi alma lo anhela, mi corazón lo desea; es la Grandeza Divina de tu humilde presencia lo que me alienta, renueva mis fuerzas, a mi vida honra y mi ser levanta.
Hazte presencia constante, no faltes, Amado, ten compasión de mi pecado, acércame a tu costado, llévame a tu lado y abrázame en el pan consagrado.
Hoy te reciba, Dios y Señor mío, en la contemplación de tu amor y en el Amor de tu comunión.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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