domingo, 19 de septiembre de 2021

Cada Día

Amanece y en el suspirar de un anhelo, anochece.

Me desgasto en lo cotidiano, y no es que no sea importante, pues mi empeño es eminente, darle vida a la vida que deseo.

¿En qué momento pasó, y el día terminó?

¡Qué fugaz se hace el tiempo!

Pero no, no Señor, no es lo que me cuestiona, ni mi conciencia me reprocha: en el abrir y cerrar de tus ojos, la vida que me empeño pasa y se acaba.

Propicia Señor en mí, la humildad que necesito para apreciar si el don hermoso de vivir, no lo estoy prodigando en lo vano y lo fútil.

Ayúdame, Santo Espíritu a discernir el mejor vivir, Tú que moras en mí y de mi corazón has hecho tu casa; y si lo amerita en tu gracia corregir.

Permite, Amado Señor, que en cada día haya en mí, la determinada decisión de hacer en todo y antes que nada la obra de tu amor; y así, la vida que me das destile en la eternidad el aroma de tu bondad.
Amén

Yerko Reyes Benavides

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