jueves, 8 de marzo de 2018

Amen...

Me gusta la gente que no a todo le dicen "Amén" sino: Amen.

Me gusta la gente que de vez en cuando se cuestiona y pregunta por sí mismo, por la vida e incluso hasta por Dios. 

Me gusta la gente que no se queda callada ante la revelación divina y se atreve y pregunta, para despejar cualquier inquietud del corazón y el pensamiento y poder entregarse a Dios completamente.

Me gusta la gente que dice: "¿Y cómo sucederá esto? puesto que yo...? Para luego decir con convicción: "He aquí la esclava del Señor". 

Si, Señor, esa es la clase de gente que me gusta. La que se pregunta, la que busca, la que sale y no se resigna, ni se conforma. Puesto que el Reino de los Cielos no está hecho de conformismos, ni resignaciones, sino que está impulsado por la gente que se arriesga y es osa. 

Decir sólo Amén sen el Amen, es ir en contra incluso del Evangelio del Carpintero. ¿Lo entiendes? 

Me gusta la gente que aun a riesgo de equivocarse prefiere el "Amen" que el "Amén". Porque el primero implica riesgo y el segundo seguridad, comodidad y no hace nada más que quedarse anclada en las costumbres y tradiciones y el Reino de Dios es más que eso, mucho más que amén. 

No lo entiendes ¿Cierto? La Revelación es osadía de Dios, es el riesgo que Él divinidad inescrutable asumió para ser escrutado por el hombre. Su amor lo llevó a manifestarse y dejarse conocer y sobre todo amar. Entonces más que un Amén, Dios quiere que Ames. 

"Hágase en mi tu Palabra" no tiene nada que ver con el "Amén", sino con el Amor. Y por eso, no es obediencia sino convicción. Y en la convicción se hace en propia vida la Voluntad de Dios que conlleva el Amén. 

Me gusta la gente que se entrega al "Amen" y van con todo: Alma, Vida y Corazón.

Yerko Reyes Benavides


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