No necesitaste irrumpir con dureza; no hizo falta la violencia; no hubo tempestad ni tampoco tormenta, ni tuviste necesidad de tu omnipotencia; fue la sutileza de tu encanto lo que llamó de ti mi atención.
No era en tus aguas donde esta barca navegaba, mas sopló sereno tu aliento, viento suave que a los océanos de tus amores me llevó y, con ternura supiste atraer hacia ti mi corazón.
Y de mi pecho hiciste tu lugar, y en él pusiste tu hogar, la morada de tu bondad, de mi alma tomaste plena posesión, no hubo ninguna petición; de tu amor todo lo llenaste y de tu plenitud lo desbordaste; inundaste de tu gracia todo en mi interior.
Embebido de tu amor quedé, no más sediento; empapaste de tu compasión cual rocío del alba la sequedad de mi mar adentro, llevándome a navegar en tu océano abierto.
Y aunque en otros mares yo andaba, suave fue la brisa que me trajo al océano inmenso de tu amor eterno, en el que ahora me pierdo, seguro de encontrar en tu corazón mi puerto.Amén
Yerko Reyes Benavides
No hay comentarios.:
Publicar un comentario