Seguramente, tal y como a mí me pasa, estamos abarrotados de noticias, datos, comentarios, opiniones, información que nos viene de todas partes.
No deja de ser importante que estemos al tanto de lo que está sucediendo, pero tanto agota al intelecto que no tiene condición para procesar tanto y agobia al corazón que siente apabullado.
Sí, es cierto, cosas están pasando a nuestro alrededor, y son importantes (siempre lo son) sin embargo, también cosas están pasando en nuestro interior, de las que no siempre somos del todo conscientes, aunque podamos con relativa facilidad responde a la pregunta de cómo nos sentimos.
De lo que sucede fuera no tenemos control y eso nos da cierto alivio aunque eso para nada implica un desentendimiento de las consecuencias de nuestros actos.
De lo que si somos totalmente responsables son de las cosas que están pasando dentro de nosotros y de lo que estamos dejando que provoquen en nosotros las cosas de fuera.
Hacernos conscientes de ello permite convertir a lo que pasa y nos pasa en una oportunidad para crecer como personas, hacernos mejores personas y no una víctima más de las circunstancias, que no nos definen, aunque ponen en contexto lo que hacemos.
Lo que pasa y nos pasa, siempre va a agotar su tiempo de existencia, nada pasa y se queda para siempre, todo tiene su momento, incluso la tragedia.
Sólo que, el que las cosas estén de paso, no implica que no dejen en nosotros la huella de su paso, de ahí, la relevancia que tiene el discernimiento que hagamos y las decisiones ulteriores que tomemos.
Les propongo hacer un ejercicio sencillo, lo podemos hacer sin ningún problema, sólo la traba que nosotros mismos pongamos ante él. Este ejercicio consiste en escucharnos a nosotros mismos. Escuchar lo que nuestro cuerpo nos está diciendo; atender al llamado que nos están haciendo nuestras emociones y sentimientos; el lenguaje no verbal de nuestro carácter y genio. Furtivamente sorprender a nuestro intelecto en sus pensamientos, ideas y juicios. Todo esto deja en evidencia a lo que nos está pasando.
Luego de escucharnos a nosotros mismo, escuchar a Dios que nos habla a nuestro corazón. Descubrir si lo que nosotros queremos que nos diga Dios es lo que Dios nos está diciendo realmente.
¿Qué recursos se necesitan para esto?
Tiempo y silencio. Soltura y flexibilidad, para entender que esto no es una meditación de una sola vez, sino que van a ser muchos los momentos que a lo largo de la que pasa y te pasa vas a necesitar parta hacer el discernimiento y tomar la decisión más asertiva.
¿Cómo se llama este ejercicio?
Meditación Fugaz.
Como las estrellas que constantemente están pasando por el firmamento del universo, pero sólo aquel que se detiene en la noche, guarda silencio y se concentran en cielo, logra encontrarla y reconocer su belleza.
Yerko Reyes Benavides
No hay comentarios.:
Publicar un comentario