"Enséñame Padre Bueno
el valor de las Bienaventuranzas de tu hijo"
¿Cómo es que hay aún quien piense que tú ¡Oh Señor! eres un Dios que se desentiende del dolor de la gente? Como se nota que no te conocen.
No, no Señor, tú no eres un Dios indiferente.
Fue el llanto de la gente lo que desde siempre ha conmovido tu corazón.
Es su grito de desesperación el que te hace actuar y a favor de la humanidad dar todo de ti en Bondad, incluyendo a tu Hijo a quien ni si quiera quisiste para ti reservar.
Cuando miro el dolor y el sufrimiento de tantos, pienso en ti, Padre de Misericordia. Clamo tu intervención; demando se haga presente tu justicia.
No, no es posible, duele encontrase con la mirada perdida y sin brillo de vida en tantos, despojados de todo. Cuesta ver en ellos, Señor, a un ser humano y más difícil se hacer ver a un hijo de Dios en el esplendor de su dignidad.
Señor, que no mire hacia otro lado, que me fije bien en el rostro malogrado de un hermano. Que en las heridas de su piel te vea a ti, que él y también por mí te hiciste cordero y en el altar de una cruz entregaste tu vida, para que él y yo en ti tuviéramos vida plena.
Enséñame Padre el valor de las Bienaventuranzas de tu hijo.
Haz que haga dichosos, en tu nombre a los pobres, a los que sufren lleve tu consuelo y, a todos los que lloran pueda enjugar sus lágrimas.
Dame la sabiduría, la inteligencia y la fuerza, para trabajar por la paz y hacer justicia desde tu misericordia.
AménPadre eres Bueno y con todos esplendido; prodiga tu gracias en nuestros corazones para que podamos todos un día, alcanzar tu gloria.
Yerko Reyes Benavides
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