miércoles, 29 de enero de 2020

Espiritualidad y Religión

Existe ya mucha tela que cortar, a la hora de tratar el tema de la Espiritualidad y de la Religión por separado. Ahora bien, esa tela se nos hace interminable si juntamos en un mismo espacio lo que implican y conllevan estos dos términos. 

Mucho se ha hablado sobre Espiritualidad y Religión. Algunos autores los ubican como términos antagónicos; incluso llegan a plantear la incompatibilidad de éstos, como si fueran polos opuestos o caminos que se transitan en direcciones opuestas. Otros intentan hacer una conciliación y buscan tratar de incluir el uno en el otro, pretendiendo una especie de complementariedad. 
¿Cuál sería acá la mejor manera de plantearnos el problema?
Se podría plantear de entra el problema con “versus”, como lo han hecho ya algunos, es decir: Espiritualidad vs. Religión. Esto nos llevaría a la confrontación entre uno y otro, demarcando sus diferencias (irreconciliables) que no quedaría reducido sólo al ámbito conceptual. 

Si utilizamos la conjunción “o” abordaríamos el problema de otra forma: Espiritualidad o Religión. Dejaríamos de lado el debate sobre alguna posible relación entre lo que representa una y otra. Se partiría sobre una suposición conceptual, no son realidades “complementarias” y, por ende,  la una se se da sin la otra. Al final nos veríamos forzados a decantarnos por una u otra. 

Por otra parte, si empleamos la conjunción “y” nos quedaría algo así: Espiritualidad y Religión. De esta manera de plantear el problema nos abocaríamos a presentar lo que implica cada una de ellas por separado, no necesariamente confrontadas las nociones, sino más con la intención de buscar sus cercanías antes que sus distancias. Esto conlleva una intención: buscar una posible convivencia ente Religión y Espiritualidad.

¿Qué vamos a hacer nosotros en este proceso reflexivo que llevamos? 
Lo primero de lo último. Sentar las bases conceptuales y poder tener una noción que nos permita construir criterios de pensamiento y tomar posición propia. 

De entrada, sabemos que Religión y Espiritualidad no es lo mismo. Incluso, en nuestro pensamiento intuitivo, le damos a la Religión atributos de institucionalidad que no se los damos a la Espiritualidad, pues ésta, la “sentimos” más alejada de toda estructuras que la contenga. 

Necesario ahora se nos hace, establecer un acuerdo conceptual. Es decir, que manejemos una noción común de los términos en cuestión. Sin irnos a diccionarios especializados, podemos encontrar coincidencias a la hora de entregarnos una definición. 
Religión:
Es un sistema de creencias, costumbres y símbolos establecidos en torno a una idea de la divinidad o de lo sagrado, usualmente expresado a través de ritos, cultos, rezos, liturgias y oraciones; además, conlleva una sería de preceptos, normas, pautas y códigos de comportamiento moral.

Etimológicamente, el vocablo religión proviene del latín religĭo, religiōnis, que a su vez procede del verbo religāre. Este se forma del prefijo re, que indica repetición, y del vocablo ligare, que significa 'ligar o amarrar'. Religión puede entenderse, entonces, como la acción y efecto de volver a ligar a dios y a los seres humanos.
Espiritualidad:
Iniciemos esta definición dejando en claro su origen etimológico. Proviene del latín, y más exactamente es fruto de la suma de tres componentes latinos: El sustantivo “spiritus”, que puede traducirse como “alma”; la partícula “-alis”, que se usa para expresar “relativo a”; y, el sufijo “-dad”, que es equivalente a “cualidad”.

De la etimología del término nos queda que, espiritualidad es la condición y naturaleza de lo espiritual. El Adjetivo espiritual refiere a lo perteneciente o relativo al espíritu. 

Así pues, la espiritualidad es el conocimiento, aceptación o cultivo de la esencia inmaterial de uno mismo.

La espiritualidad humana es definida como la conciencia de una parte de nosotros que no se manifiesta materialmente y que está ligada a algo superior a todos los seres vivos.

Hay autores -entre los cuales me incluyo- que lo consideran una dimensión más de la persona (la presento como la dimensión integradora entre todas), como la dimensión biológica, psicológica y social.

- Trazos a Mano -

Hecha ya la definición, podemos decir que ambas tienen como principio que el ser humano es más que carne y huesos. Comparten la visión del ser humano más allá de su inmanencia y materialidad. Hecho que nos lleva a otra confrontación de términos, también ampliamente abordada en la historia: Fe y Razón

Llegamos al punto de la tentación, hacernos una inevitable pregunta: ¿Cuál es mejor?

Tratemos de no patinar con la cascara que nuestro intelecto nos lanza a este punto. Acá no vamos a establecer ningún juicio de valor. 

Lo que si le vamos a permitir a nuestro intelecto hacerse otros cuestionamientos: ¿Puede haber espiritualidad en la religión?: sí. ¿Puede haber religión en la espiritualidad?: no. Y esta negativa no las hace contrarias, ni tampoco contradictorias. Tampoco la afirmación inicial establece un puente que las conecte definitivamente, sin embargo, encontramos un nexo que las conecta, pueden compartir espacios, sin entrar en conflicto.
Conclusión:
Religión y Espiritualidad; espiritualidad y religión: cada una tiene un lugar, hace una propuesta y establece un procedimiento. Hacernos conscientes de ellos, nos da la oportunidad de discernir y también de elegir, es decir, hacer una opción vital (en libertad de espíritu).

Yerko Reyes Benavides

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