viernes, 10 de enero de 2020

La Voz de Dios

Un día sin querer con ella di,
la descubrí,
no estaba en los sonidos
que a mi alrededor en armonía
sutil llegaban a mis oídos.

Por más empeño que hice
en escuchar su melodía,
que fuerte se hacía sentir en el ambiente
pues la naturaleza cantaba sin detenerse,
no fue su trova
por más hermosa
lo que me detuvo
y mi corazón contuvo.

Hay una melodía,
un canto imperceptible
que insiste
en resonar en mi interior;
no lo sabía aunque lo sentía;
por sus notas a veces sufría,
y también reía;
no di crédito cuando al fin
lo entendí.

Mía no es exclusiva,
y en todos se hace sentir,
fuerte en el interior suena:
es del espíritu su voz,
su eco resuena
tanto en el alma
como en el corazón.

Desde que descubrí su canto
no he querido escuchar otra eufonía
más que el de su armonía,
una sinfonía espiritual
que acerca al canto celestial;
Divina voz que entona
Palabra de Amor y Consuelo
y el alma sufre en su destierro.

Aunque duele
sentir y no entender su canto,
pues a mi espíritu hiere
y lo estremece:
no paren tus loas en mi interior,
melodía de Dios;
que en ellas me vas liberando
y contigo me voy trasformando;
no seas sutil
resuena con fuerza
que yo te estaré escuchando,
armonía de mi amado
de mi alma enamorado.
(Amén)

Yerko Reyes Benavides

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