miércoles, 18 de marzo de 2020

Celebrar la Palabra en el Hogar

Por el Bautismo hemos recibido la gracia de ser hijos de Dios. Esta filiación se manifiesta a través de una tripe exaltación de nuestra humana naturaleza, que conlleva a su vez una triple misión. Con la unción del Crisma hemos sido constituidos: Sacerdotes, Profetas y Reyes. 

Nuestra naturaleza caída ha sido levantada por la misericordia de Dios. Y lo que el pecado menoscabó en nuestra existencia, el amor de Dios lo restituyó. Por tanto, somos sacerdotes con la tarea de la santificación propia y de la de los que comparten con nosotros nuestro peregrinar en el mundo. Somos profetas, con la sublime misión de anunciar la palabra de Dios y denunciar las injusticias y el pecado. Y hemos sido consagrados reyes, no con la misión de regir o gobernar la creación, sino de protegerla, custodiarla y cuidarla. 

En virtud al Sacramento del Bautismo, todos somos “legítimos ministros” de la Palabra, por la cual nos santificamos, santificamos, comunicamos y compartimos el designio de Dios; por medio de ella hacemos lectura de los signos de los tiempos que nos revela la Voluntad del Padre y, procuramos el bien común a través de la construcción del Reino de Dios. 


Celebrar la Palabra, es pues, una acción que nos corresponde por derecho bautismal, que nos faculta para ser “ministros” es decir, servidores, del don de Dios que se comparte en esta acción ministerial. 

En el orden de lo práctico, y no queriendo hacer de este escrito un compendio doctrinal y apologético, la Palabra de Dios, dicho en forma sencilla, está al alcance de nuestra mano, sin el concurso de intermediarios. He “escrito mi ley en tu corazón” (Cf Jr 31,33), nos dice el Señor, y su ley no son un conjunto de normas, sino su Palabra que resuena viva y amorosa en el interior de nuestro ser. 

Estos tiempos, y estas circunstancias específicas, se nos presentan como una ocasión para encontrar nuevos espacios, y lugares para Celebrar la Palabra, no como una simple acción ritual, sino como un convite de alegría y regocijo que exulta nuestra alma que vibra en la y por la Palabra de Dios.
“La hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre” (Jn 4,21) 
Y efectivamente ha llegado este tiempo anunciado por el Señor. Será pasajero y circunstancial en algunos aspectos de nuestra práctica devocional, sin embargo, dejará encendida la llama de renuevo (paradigmático) si sabemos hacer lectura de fe del designio de Diosm a través de los signos de los tiempos presente: 
“Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Jn 4,23; Cf Lc 12,54-59). 
Este texto del Evangelio -citado-, Palabra de Dios, nos da la oportunidad para reflexionar sobre el lugar propio de la Palabra y las diversidad de formas para Celebrarla, siempre y en todo momento, como una acción real que propicia un encuentro vivo con el Señor. 

No existe el “Sacramento de la Palabra”. Los siete Sacramentos de la Iglesia contienen en su estructura (rito-rúbricas) la proclamación de la Palabra de Dios que se integra al don de la gracia que procura en su conjunto, al ser administrado. 

Quizá para nosotros el Sacramento que más propicia un encuentro significativo con la Palabra es la Eucaristía, mas ella es parte de su todo; sólo que ocupa  un lugar propio en la dinámica sacramental, el cual concomemos como Liturgia de la Palabra y no Sacramento de la Palabra

Pensar que podemos Celebrar la Palabra en el Hogar fuera del contexto de los sacramentos no ha de resultarnos extraño, ni ajeno, ni mucho menos una ofensa a Dios. 

Más ofensa, pudiera resultar tener una Biblia en el hogar como objeto de decoración, y no como medio de gracia que nos acerca a Dios a través de su Palabra en ella contenida. 

Más allá de las circunstancias que atravesamos en estos momento, pero sabiendo hacer lectura de los signos de los tiempos que presenta, llenos de fe y con la esperanza puesta en la Misericordia del Señor, que es como la brisa suave que sopla, e inspira: Celebremos la Palabra de Dios en nuestros Hogares.

Esta solicitud no es una sugerencia, petición u orden; es más bien, una invitación y un llamado a darle el lugar que merece la Palabra de Dios en propia casa. 

"Dios 
no se ha ido 
ni apartado de nuestro lado, 
ahora es tiempo que lo sintamos: 
tan cercano,
tan nuestro, 
tan íntimo ,
como siempre ha estado, 
en nuestro hogar". 

 Yerko Reyes Benavides

No hay comentarios.: