jueves, 28 de junio de 2018

Lectura (PPM) y Espiritualidad tomadas de la mano van

Una persona en promedio es capaz de leer un texto a la velocidad de 300 palabras por minuto. 



Esta competencia natural, equivale a que un texto de aproximadamente 1.500 palabras (5 hojas tamaño carta a 1.5 de espaciado interlineal con un marco estándar) pueda ser leído en 5 minutos 6 a lo máximo.

Esta velocidad PPM (Palabras Por Minuto) la tiene cualquier persona aun sin práctica de lectura. 

Sin embargo los conocedores de la materia argumentan que recientes estudios dan como dato que la velocidad de lectura se ha venido reduciendo y, una persona promedio, que hasta hace poco alcanzaba las 300 ppm, ahora sólo es capaz de leer al ritmo de 100 a 120 ppm; con ello el tiempo de lectura de un texto se duplica.

Una de las razones más obvias es que paulatinamente se ha ido reduciendo el tiempo que pasamos con los libros en las manos y nos limitamos a los 160 caracteres de nuestros dispositivos móviles.

Los tecnómanos y adictos a las redes, pasan sin más cualquier propuesta de lectura que les tome más de dos segundos visualizar.

Además, esta reducción en la velocidad de lectura tampoco garantiza que en la pausa obligada se haya convertido en garantia de una mejor o mayor comprensión lectora.

La atención que ponemos se va haciendo cada vez menor, y por ello el detalle del objeto de la observación se va perdiendo paulatinamente, reduciéndose a su mínima expresión.

Aunque existen técnicas probadas y métodos certificados que garantizan una observación detallada en un tiempo ínfimo, no es el caso de la mayoría, que sacrifica la contemplación por la cantidad de datos que consume en poco tiempo.

Por otra parte, y pisamos otros campos y terrenos, aunque asociado al que venimos desarrollando, el tiempo que se dedica a mirar una imagen es de dos segundos y con el dedo sobre la pantalla se pasa a la siguiente imagen. 
¿Qué viste?
“Algo lindo”. 
Y ¿Qué más puedes decirme?
“No, nada más”. 
Acumulamos cantidad de información sacrificando la calidad de esta. 

Estos son nuestros tiempos. Época de lo efímero y lo pasajero; de lo veloz y la inmediata pérdida de atención. Esto ha de llamarnos a capítulo, sobre todo porque estamos en cierta forma haciendo un "harakiri" al conocimiento y al aprendizaje.

Sin embargo, no todo está perdido, a través del ejercicio la velocidad puede incrementarse gradualmente hasta alcanzar un promedio de 1.000 PPM.

Ahora, ¿esto qué tiene que ver con la espiritualidad?

Mucho. Aunque no lo creas, la Espiritualidad necesita de lectores audaces, de un hábito de lectura desarrollado. La contemplación no llega por ósmosis, necesita contendidos, materia en la cabeza, ideas frescas de las cuales servirse para elevar el alma y llevarla a rasguñar nociones, ideas y conceptos de lo que en definitiva es misterio; un que, no lo dudes está puesto al alcance de nuestra humana condición que es, entre otras cosas, trascendente. 

La metanoia es una práctica que se sustenta en destrezas y competencias. Es decir, algunas se dan por supuestos. Craso error. No está demás y necesario se hace, recordar qué hábitos saludables son necesarios reforzar para alcanzar los cambios espirituales anhelados. 

Un ejercicio que te puede ayudar. Elige un texto cualquiera. Uno que tenga aproximadamente cinco páginas. Las páginas de los libros están estandarizadas y en casi todos hay aproximadamente la misma cantidad de palabras: unas 1.500.

Lo normal sería que leer estas páginas no te llevé más de 5 minutos (300 ppm). Toma el tiempo y repite la acción un par de veces más. Luego saca el promedio. Ese número será la velocidad de tu lectura.

Si está por debajo de las 300 ppm., amerita que tomes cartas en el asunto. 

PD. Este artículo no debió tomarte leerlo más de dos minutos. No es mucho ¿cierto? 

Yerko Reyes Benavides 

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